Imagen: Cristina Chiquín / Reuters

¿Por qué la democracia de Guatemala está en disputa?

Las profundas tensiones sociales, políticas y económicas en Guatemala han mermado la consolidación de su sistema democrático. A esto se suma el proceso de regresión autoritaria que continúa siendo una amenaza latente en el país.

Redacción CAP

Definir el concepto “democracia” resulta una tarea compleja debido a su naturaleza polisémica, es decir, a  la pluralidad de visiones y significados que ésta encierra, dijo Mónica Mazariegos Rodas, investigadora y profesora universitaria, al inicio de su presentación en los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP).

Dada esta naturaleza, cuando se habla de democracia se tienen dificultades para establecer consensos sobre lo que implica vivir en un sistema democrático.

La concepción de democracia varía según el contexto y las perspectivas que usamos para definirla, subrayó, y citó las tres principales corrientes de pensamiento que se utilizan para conceptualizarla:

  • Democracia liberal: se centra en elecciones libres, derechos individuales y separación de poderes del Estado. Este modelo, que predomina en Occidente, ha sido el más influyente en Guatemala.
  • Democracia participativa: propone que en la toma de decisiones tanto públicas como privadas haya una participación ciudadana amplia, que vaya más allá de las élites.
  • Democracia deliberativa: se basa en procesos comunicativos para generar acuerdos colectivos; aunque en contextos donde predomina el conflicto, como en el caso guatemalteco, presenta varias limitaciones.

Para la especialista, estas corrientes no siempre se ajustan a la realidad, por lo que deben tomarse como “un punto de partida” teniendo en cuenta los matices que puedan surgir en diferentes contextos.

El 29 de diciembre de 1996 se firmó el Acuerdo de Paz firme y duradera entre el gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) tras 36 años de conflicto armado interno. Imagen: Dodrigo Arangua/AFP/Getty Images

Una batalla histórica

Mazariegos, quien además es doctora en Derechos Humanos, destacó que la disputa por la democracia en Guatemala inició con el período de transición en 1985, cuando entró en vigencia la Constitución Política de la República que dio paso a la elección del primer gobierno civil tras décadas de dictaduras militares.

“La transición a la democracia en Guatemala se produjo con un hándicap de origen. A pesar de que se establecieron normas democráticas y se diseñó un marco institucional robusto, la situación política en la que se encontraba el país, es decir, que la transición se haya realizado aún con un conflicto armado vigente, mermó la capacidad de que ese cambio institucional estuviera acompañado por un cambio cultural basado en principios democráticos” apuntó.

A partir de estas ideas, la expositora lanzó varias interrogantes a las y los periodistas participantes en el CAP y les invitó a reflexionar al respecto. ¿Qué implica comenzar la transición a la democracia en medio de un país en guerra?, ¿Es posible pensar la democracia sin pensar en ese dolor social producido por las inmensas consecuencias de una guerra que alcanzó los horrores máximos?, les preguntó.

En 2010 un tribunal guatemalteco condenó al exdictador Efraín Ríos Montt por genocidio en contra del pueblo Ixil. Imagen: Sandra Sebastián / Plaza Pública

Para Mazariegos, ni la promulgación de la Constitución en 1985 ni la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 lograron resolver los problemas estructurales que aquejan al país. “La desigualdad, la inequidad en el acceso a la tierra, la falta de reconocimiento de la diversidad étnica y cultural del país o la desarticulación de estructuras criminales al interior del Estado Guatemalteco siguen siendo desafíos pendientes para Guatemala”, señaló.

Las dificultades que supuso una transición en el medio de un proceso de conflicto armado mermaron la capacidad de que en Guatemala se estableciera un sistema democrático robusto, explicó.

Como consecuencia de lo anterior, no se han logrado superar algunas de las tensiones más profundas de la sociedad, que habrían permitido consolidar una lógica democrática para acompañar el diseño institucional que se planteó en 1985, añadió. 

Es importante remarcar, dijo Mazariegos, que el disenso y el conflicto son inherentes a la sociedad, por lo que la democracia no es la ausencia del conflicto. Al contrario, para que exista democracia deben abrirse espacios en donde estas tensiones se puedan resolver sin la necesidad de la violencia, apuntó.

Presentación de Mónica Mazariegos “Guatemala: la democracia en disputa” en Ciclos CAP

Entonces, Mónica Mazariegos se refirió a las que considera son las tensiones medulares que es preciso discutir y resolver para que en Guatemala pueda consolidarse un régimen verdaderamente democrático:

  • La aplicación de la justicia transicional y los derechos de los pueblos indígenas.
  • El acceso a la tierra y las tensiones derivadas de los conflictos socio-ambientales.
  • El reconocimiento constitucional de los derechos de los Pueblos Indígenas y del pluralismo jurídico.
  • Las grandes desigualdades sociales.

Exfiscales y  jueces anticorrupción, personas defensoras de derechos humanos y periodistas están siendo perseguidos por su trabajo de investigación, denuncia y desarticulación de estructuras criminales. 

Finalmente, Mazariegos se refirió a la principal amenaza que se está dando en el actual contexto guatemalteco: la persecución por la vía del Derecho Penal en contra de aquellos que cuestionan el modelo de organización política en Guatemala.

“Esta idea del Derecho Penal del Enemigo es una categoría propia de las dictaduras o de los estados policía, de las autocracias, de todos aquellos sistemas que reúnen el poder de una forma arbitraria en una persona o una institución. Es lo más contradictorio a una idea de democracia en donde hay división de poderes, donde hay debido proceso, donde hay persecución legal y no inquisitiva”, concluyó.

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