Cadáveres de dos hombres que fueron encontrados en las calles de San José Villanueva el 15 de mayo del 2014. Ambos fueron asesinados de la misma manera.

Víctimas del “pequeño” y cruel crimen organizado de la calle*

Las muertes de mujeres que coinciden en formas de violencia y trato han establecido un patrón que podría apuntar a una estructura criminal dedicada al narcomenudeo.

Sandra Valdez

La suerte parecía estar echada para Mindi Rodas desde que nació. Su madre la regaló con una tía, quien la inscribió como hija a los seis días de nacida. A los 13 años huyó de su casa, enfrascándose en una relación abusiva con un hombre diez años mayor. Tenía 19 cuando el hombre le desfiguró el rostro, dándola por muerta abandonada en un barranco en las afueras de Cuilapa, Santa Rosa. Sobrevivió al brutal ataque, pero la asesinaron dos años después tras someterla a torturas. Su cuerpo apareció atado de pies y manos hacia atrás. Entre diciembre de 2010 y agosto de 2014 fueron encontrados otras 17 personas muertas en idénticas circunstancias.

 Rodas y Celia García, de 27 años, fueron las primeras víctimas que mostraban el mismo nudo apretado al cuello y una tela cubriéndoles la cabeza, que se encontró en otras 11 mujeres y cinco hombres. Al jalar las extremidades hacia atrás su columna vertebral se quebraba, mientras el tórax y el rostro presentaban golpes.

Mindi Rodas fue un símbolo de la violencia contra la mujer. Su caso acaparó titulares. El maltrato que sufrió a manos de su ex pareja, Edwin Esteban López Bran, padre de su hijo, que hoy tiene 9 años, fue irónicamente lo que permitió a su madre adoptiva, Mónica Donis, identificarla en la morgue del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) el 11 de enero de 2011, un mes después de que la joven saliera de Santa Rosa a la ciudad capital para, según dijo, exigir la pensión económica para Steven, su hijo.

La última comunicación entre ambas fue el 17 de diciembre. Ese día fue asesinada y sepultada como XX en el cementerio La Verbena. En el Inacif a Donis le mostraron fotografías de las mujeres muertas durante el último mes. Una de ellas tenía el rostro desfigurado por un cuchillo. Era su hija. Su cadáver apareció un día después de la última vez que hablaron, envuelto en una sábana en la 10a. avenida “A” y 1a. calle de la zona 1, cerca del Cerrito del Carmen. En otra sábana, estaba Celia García.

Ese día el Ministerio Público (MP) allanó varios hoteles de los alrededores, buscando dónde las podrían haber matado, pero no se logró resultados, dice la fiscal Lilian López, perteneciente a la Unidad 6 de la Fiscalía de Delitos contra la Vida. Los casos de Rodas y García no han sido resueltos, y no son los únicos. En 2011 aparecieron otros cuatro cuerpos sin vida; en 2012, tres más; en 2014, nueve. Del total de víctimas, siete se encontraron en la zona 1 y dos en la zona 11. Cinco son hombres y 13, mujeres, madres solteras. Se presume que los casos están vinculados al narcomenudeo y al conflicto entre pandillas. También se maneja la hipótesis de que las mujeres asesinadas eran sexo servidoras y siete de ellas trabajaban en los alrededores del Cerrito del Carmen.

Dos mujeres más fueron encontradas el 21 de enero de 2011 al sur de la ciudad, en la 8ª avenida 26-32 zona 11, colonia Granai Townson, al sur de la ciudad. Los cadáveres de Ericka Carranza de 33 años y Elena Aspuaca, de 23, estaban dentro del baúl de un vehículo abandonado, y presentaban las mismas señales de tortura que Rodas y García. La fiscal López da cuenta de que en estos casos el avance también ha sido mínimo. No se sabe quién las mató, ni por qué. Ella es responsable de la investigación de ocho de estos casos.

El caso de Nancy Paola Campos Minera lo llevó la Unidad 7 de la Fiscalía de Delitos contra la Vida del área metropolitana. Campos, de 26 años, apareció sin vida el 8 de febrero del 2011 en la 15 avenida y 12 calle de la zona 6. Su cadáver no estaba envuelto en sábanas, como los cuatro anteriores, pero sí dentro de una bolsa de nailon negro y presentaba las mismas señales de tortura. En una hoja pegada a la bolsa se leía: “maldita extorsionista”. El fiscal a cargo de esta investigación, Aldrin Díaz, revela que en la bolsa detectaron huellas dactilares. El Inacif hizo una prueba de grafotecnia al letrero. Los hallazgos de las huellas y escritura llevaron a Francisco Javier García González de 34 años, alias el Blacky, jefe “ranflero” (el que da las órdenes) de la clica “Parking Locos” de la mara Salvatrucha. La investigación determinó que el supuesto asesino pretendía entablar una relación amorosa con Campos, pero ella no le correspondió. El Blacky ya estaba detenido por extorsión en el Centro Preventivo para Hombres de la zona 18. Acumulaba varios ingresos a la cárcel, y el 18 de mayo 2015 se inició el juicio en su contra por el femicidio de Campos Minera.

Forma en que encontraron los cuerpos de Dora Patricia Panadero López y Sofía Raquel López, el 25 de mayo de 2014 en San José

Aparecen más cuerpos

En noviembre de 2011 los vecinos del Cerrito del Carmen se toparon con otro macabro hallazgo. En la 3ª calle “A” y 18 avenida “A” de la zona 1 estaba el cadáver de una mujer de alrededor de 25 años a quien presuntamente le llamaban Karen. Sus huellas dactilares no aparecen en la base de datos del Registro Nacional de Personas (RENAP) ni en el del gabinete criminalístico de la Policía Nacional Civil (PNC). La fiscal López lleva este caso y tampoco ha avanzado.

El 27 de enero de 2012 en la 1ª calle y 10ª avenida de la zona 2, apareció el primer cadáver de un hombre no identificado con las mismas señales de tortura, y estaba junto al de una mujer, Claudia Susana Valdez. A diferencia de las seis víctimas descritas, en el caso de estos se empleó un cable de energía eléctrica y no una soga. Por lo demás, el mismo cuadro criminal. La unidad 6 de la Fiscalía de Delitos contra la Vida del distrito metropolitano también está a cargo de las pesquisas, que no han prosperado.

Menos de seis meses después, el 14 de junio, fue localizado por el mismo sector (1ª calle y 12 avenida de la zona 1) el cadáver de otra mujer aún no identificado y la investigación tampoco ha arrojado resultados. La fiscal López lo atribuye a que en las escenas del crimen no hay huellas, ni más indicios. Los asesinatos y la tortura ocurren en un sitio distinto a donde se han dejado los cuerpos; sin embargo, agrega, “ahora que hay un sindicado por la muerte de Campos, empezaremos a buscar la relación entre García González, su presunto agresor, y las otras víctimas”.

Un perfil cercano a los criminales

Las nueve primeras muertes registradas entre 2010 y 2012, pusieron en alerta a la Fundación Sobrevivientes que empezó a preguntarse por qué había tantas coincidencias. Consultaron con un experto en perfiles criminales del Laboratorio Forense de México, que ha trabajado casos de femicidio en Ciudad Juárez, México y en Guatemala, y cuyo análisis inicial arroja algunos resultados. En su opinión todas esas muertes deben atribuirse al crimen organizado y se relacionan con narcomenudeo. “No considero que se trate de crímenes seriales, pero la forma en que se abandonan los cuerpos envía un mensaje de degradación de la víctima como mujer y ser humano. Se intenta comunicar que son desechables y que otros las pueden reemplazar.”[1]

La fuerza que requiere matar a alguien sin arma de fuego, quebrándole la columna vertebral y doblando el cuerpo hacia atrás para atar sus extremidades con una misma cuerda, hace pensar que el victimario es un hombre, agrega. Al no existir ninguna vejación sexual (ninguna de las víctimas fue violada) puede concluirse que entre los responsables figura una mujer. “Estos crímenes están vinculados con elementos de poder, ganancias y para obtener un beneficio económico”, indica.

Pero esa saña no puede venir de una sola persona, según el perfilador. “Por el elemento de tortura tendrían que ser dos personas con arma de fuego; sin embargo, está inmiscuida una mujer (debido) a la ausencia de un abuso sexual”, insiste. Lo más seguro es que los victimarios operan en un área que conocen y controlan y por ello los cuerpos aparecen en los mismos sectores. ¿Qué pudo haber producido esas muertes? El perfilador expresa que las víctimas han trabajado por encargo o remuneración.

Forma en que aparecieron los cadáveres de Erick Waldemar Ajtún Marroquín y Carlos Daniel Ajtún Marroquín el 15 de mayo del 2014 en San José Villa Nueva.  Crédito: Luis Sánchez/Nuestro Diario

Cuando ya se habían olvidado del tema

En 2013 dejaron de encontrarse víctimas con el patrón de tortura descrito, pero en el 2014 regresó la pesadilla. Los cuerpos esta vez ya no aparecieron en la capital, sino en Villa Nueva, donde en cuatro meses fueron abandonados nueve cadáveres: cuatro hombres y cinco mujeres. Todos atados de pies y manos hacia atrás con una misma cuerda que aprieta a su cuello una tela, de camisa o playera, y con golpes en el cuerpo.

Dos cuerpos aparecieron el 15 de mayo en San José, zona 2, un lugar solitario. Se trataba de Erick Waldemar Ajtún Marroquín y de Carlos Daniel Ajtún Marroquín. Según el análisis forense no los mataron allí. En ese momento se les consideró casos aislados, sin relación con los de la zona 1; sin embargo el 25 de mayo, al ubicarse otros dos cuerpos en las mismas circunstancias, se levantó la hipótesis de que podría tratarse de un mismo grupo criminal, pero no se hicieron conexiones. Las víctimas eran las primas Dora Patricia Panadero López y Sofía Raquel López, quien tenía un tatuaje que la identificaba con la mara 18. Dora Patricia había trabajado como sexoservidora, según Edgar Cabrera, quien a partir de agosto pasado investiga esas últimas cuatro muertes y otras cinco que ocurrieron posteriormente.

Cabrera es investigador de la Unidad de Investigación de casos especiales de la Fiscalía de delitos contra la vida. Maneja los expedientes de las muertes ocurridas en Villa Nueva en 2014 y su unidad se dedica a seguir la pista de estructuras de pandillas. La investigación se ha extendido a los asesinatos de las hermanas Deisy Yesenia y Kimberly Estefan Mostedeoca López, cuyos cuerpos aparecieron junto al de Cristian Alejandro Cortez el 18 de julio en la ruta al club Mayan Golf, en la colonia Villas de Guadalupe, zona 4 de Villa Nueva. Según la investigación, sus agresores, a bordo de dos vehículos, los esperaron en el único camino por el que las víctimas solían desplazarse. Los tres rebasaron los autos de los victimarios, quienes les dieron alcance y les hicieron ingresar a uno de los carros minutos después, al arribar a un lugar solitario.

Al siguiente día los bomberos recibieron la alerta del hallazgo de los cadáveres, todos atados de pies y manos hacia atrás, con una misma cuerda que aprieta a su cuello y una playera amarrada alrededor de la cabeza. Habían sido golpeados y no estaban envueltos en sábanas ni bolsas: los dejaron al descubierto en la vía pública. El 16 de agosto las autoridades realizaron varios allanamientos por estas tres muertes. Las conversaciones de los victimarios ya eran monitoreadas por medio de escuchas telefónicas, a petición del fiscal Cabrera. Ingresaron al lugar donde permanecían los vehículos empleados y los incautaron, pero no hubo capturas.

Al detectar la presencia de las autoridades y conscientes de que ya les seguían los pasos, los agresores buscaron la forma de desviar la atención y mataron a Julio César Yol y a Karla Raquel Berducido, cuyos cuerpos fueron abandonados en Ciudad del Sol. “A ellos los matan por matarlos nada más, porque en las conversaciones por teléfono dicen que la policía está por dar con los carros donde se llevaron a las Montesdeoca, necesitaban desviar la atención y por ello, deciden deshacerse de otros dos”, explica Cabrera. En la fiscalía se había determinado que los crímenes cometidos en Villa Nueva habían sido perpetrados por integrantes de la clica Coronados Locos de la mara Salvatrucha, que firman como CLS.

De acuerdo al perfil elaborado por el MP, esta clica opera así para evitar la infiltración en Villa Nueva, territorio que consideran bajo su dominio. El que Panadero López tuviera un tatuaje de la mara 18 le valió la muerte y la tortura, a ella y su prima. Aparentemente los agresores de la mara Salvatrucha pretendieron sacarles información de la pandilla rival. La situación es tan difícil en el municipio que “sólo verlos (a los vecinos) platicando con nosotros (los investigadores) les puede significar la muerte, porque piensan que nos están pasando información”, explica Cabrera. La diferencia entre estos casos y los descubiertos entre 2010 y 2012, es que las mujeres si son violadas y torturadas, mientras que a los hombres les causan el mayor dolor posible para que hablen sobre lo que los pandilleros buscan.

El 24 de mayo 2015 en un operativo de la PNC fueron capturados 26 mayores de edad y dos menores de 18 años, todos miembros de la clica Coronados Locos Salvatrucha. El MP tiene seis meses para continuar con la investigación y presentarla a los tribunales. Hasta ahora los fiscales han podido determinar que este grupo está ligado a 80 casos; cada expediente tiene uno o más asesinatos, en su mayoría de hombres, según Cabrera. “Regularmente el asesino serial trabaja fuera de su área de confort y opera en otros lugares. En estos casos la forma como dejan los cuerpos es parte de la firma de los que los ejecutan. Es un mensaje, una advertencia, para que otros sepan del poder que tienen” afirma Luis Carlos de León Zea, profesor de psicología forense de la Universidad de San Carlos, al referirse a los nueve crímenes en Villa Nueva en 2014.

Claudia Rivera, licenciada en psicología forense y docente de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la USAC, opina que “en estos casos pueden verse formas de tortura empleadas anteriormente por el Ejército. Ello puede hacer creer que ex integrantes de las fuerzas armadas estén de alguna manera involucrados con estos 18 crímenes”. Rivera agrega que la saña ejercida contra las mujeres en este caso y otros, refleja no solo que la violencia está institucionalizada en el país. “El punto final es la muerte. La pregunta por qué asesinar así” a las mujeres, con tanta crueldad.

Giovanna Lemus, directora del Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM), comenta que independientemente de quiénes son las víctimas, la muerte de las mujeres aun es un problema grave. “Siguen sin respuesta tanto la investigación criminal como la individualización de los responsables. Hay avances, como el establecimiento de juzgados especializados y otros esfuerzos, pero no son suficientes”, señala. “En 15 años han muerto más de 8 mil 500 mujeres y la mayoría de los casos sigue impune. Como existe una serie de procesos sin investigar, eso hace que continúen ocurriendo”, opina. “No hay mensajes claros de la lucha contra la crueldad que hay en contra del género femenino”.

El comercio de drogas, las pandillas y la prostitución van de la mano en estos 18 casos. La forma peculiar de dejar los cuerpos envía un mensaje, y solo puede enviarlo una pandilla que se haya caracterizado como sanguinaria, opinan los expertos. “Lo más probable es que a estas personas las asesinaron por quedarse con dinero de drogas o con la mercancía. En el caso de las mujeres, está claro que son mucho más vulnerables a estos vejámenes, sobre todo si, además, fungen como sexoservidoras”, afirma Carlos Rodas, juez de femicidio y trata.

Mientras, las preguntas tras el asesinato de Mindi Rodas, la primera de las 18 víctimas, continúan sin respuesta para su familia. En Santa Rosa, su hijo Steven, aunque ha ido al cementerio varias veces a poner flores a la tumba de su madre y le han explicado que ella está en el cielo, en ocasiones afirma: “Ya me cansé de esperar a mi mami. Quisiera hablar con Laura en América para que me la traiga de regreso”. Y Mónica Donis, la madre, no tiene la menor idea de quién le quitó la vida a su hija y por qué.

De los asesinatos ocurridos entre diciembre de 2010 y junio de 2012, ocho continúan en absoluta impunidad, sin que las investigaciones reflejen quiénes pudieron matar a estas personas. Aun más dramático: a tres de las víctimas ni siquiera se les ha identificado. Sus familias probablemente tampoco saben que fueron asesinadas con evidentes señales de tortura.

El 2 de julio del 2012 la autora de este reportaje publicó en el diario Prensa Libre la nota titulada “Surge alerta ante crímenes brutales” en la cual se da a conocer la saña con la que murieron ocho mujeres. En el presente trabajo se amplía la información, con fuentes diferentes, con excepción del perfilador de Ciudad Juárez, debido a que el patrón de tortura se repitió en más víctimas

Clica Coronados Locos Salvatrucha

El 24 de mayo de 2015 la PNC capturó a 26 personas, presuntos miembros de la clica Coronados Locos Salvatruchas, a quienes las investigaciones del MP les atribuyen la muerte de cinco mujeres y cuatro hombres hallados con los pies y manos atados hacia atrás con una misma cuerda que aprieta su cuello y que para jalar sus extremidades hacia su espalda les quebraron la columna vertebral. Los detenidos, quienes aun esperan el inicio de juicio en su contra son:

  • Manuel Eduardo Méndez Alfaro, alias Manuel
  • Byron Vinicio Saz Martínez, alias Pollero
  • Gerson Rigoberto Vásquez Hernández, alias cara de llanta
  • Wildomar Ramón Delgado López, alias moto
    Gustavo Adolfo Chávez Santos, alias Randolfo
  • Walter Estuardo Pochón Reyes, alias La Guera
  • Luis Roberto Barillas, alias Piloy o Frijol
  • Mario Alberto García, alias Garza
  • José Estuardo Jumique Contreras, alias Brown
  • Héctor Alejandro Candiel, alias Boxer
  • Jonathan Arturo Mejía Aguilar, alias Gemelo
  • César Augusto Boche, alias Sleepy
  • Luis Alberto Franco, alias Enigma
  • Mynor David Pineda Ávila, alias pervertido
  • Herson Alberto Batz Gonzáles, alias Cazador
  • Erick Aroldo Méndez Marroquín, alias siniestro
  • Abel Estuardo Díaz Galindo, alias Hechicero
  • José Joaquín Ramírez Chamale, alias Veneno
  • Daniel Enrique Tecun Chiquichon, alias Kike
  • Cristóbal Lux Ajtzac, alias Tobalín
  • Wagner Adan Pérez López
  • Ana Victoria Reyes de León, alias La Toya
  • William Evelio Donis Aguilar, alias Donis o Gusano
  • Mauricio René Sapón de León, alias Mauricio
  • Victoria Natalia Aguilar González, alias doña Vicky
  • Wilkins Damar Arauz Tercero, alias Wilkins

[1] En este trabajo se ampliaron los datos brindados por el perfilador a la autora para la nota «Surge alerta ante crímenes brutales» publicada en el diario Prensa Libre el 2 de julio del 2012.

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