Imagen: Picture-Alliance / K. Ohlenschläger

La corrupción como factor corrosivo de la democracia

Las instituciones de un país entran en una espiral de degradación cuando son permeadas por la corrupción a todos los niveles.

Redacción CAP

La corrupción se encuentra en el centro de muchos de los fracasos de nuestras sociedades, señaló la doctora en Derecho, Delia Ferreira, presidenta de Transparencia Internacional, en la sexta sesión de los Ciclos CAP sobre Democracia en Centroamérica.

Ferreira, de origen argentino, refirió que en su país en la década de los 80, con el retorno a la democracia, se popularizó la consigna: “con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se tiene salud, con la democracia se tiene trabajo”. Promesas que no han sido satisfechas en la región por diversas causas, una de ellas las redes de corrupción que permean la institucionalidad pública.

Para la especialista, la corrupción no sólo genera un círculo vicioso en las sociedades sino una verdadera “espiral descendente” que debilita las instituciones de una democracia y acrecienta sus problemas. Ferreira destaca que evaluaciones globales, como las realizadas por la firma Latana, colocan a la corrupción como el segundo mayor factor de riesgo para las democracias a nivel global.

Captura de la presentación “La corrupción como factor corrosivo de la democracia” de Delia Ferreira en los Ciclos CAP. Imagen: Latana.

La gran corrupción y la pequeña corrupción

La corrupción tiene muchas formas de presentarse. Existe la “pequeña corrupción” que se da entre un funcionario que cobra por un servicio público o para agilizar un trámite o la “gran corrupción” que involucra a instituciones del Estado, grandes empresas y numerosos intermediarios, refirió Ferreira.

Esta gran corrupción es peligrosa no sólo porque desvía recursos para servicios públicos como hospitales, carreteras o seguridad, sino porque afecta derechos ciudadanos como la igualdad ante la ley para garantizarse impunidad, explicó Ferreira.

Para la especialista, la corrupción afecta la solidez de los cimientos democráticos y la participación ciudadana. “Hay que preguntarnos ¿a quién representan nuestros representantes, a los ciudadanos o a quiénes financiaron sus campañas?”, reflexionó la jurista quien desde 2017 preside Transparencia Internacional.

En el más reciente Índice de Percepción de Corrupción 2022 elaborado por la entidad, el cual se califica de 0 a 100 a los países, donde 0 significa altamente corrupto y 100 muy limpio, Honduras recibió 23 puntos, El Salvador 33 y Guatemala 24.

Mapa del Índice de Corrupción 2022 de Transparencia Internacional. Más información: www.transparency.org

El papel de organismos internacionales y la colaboración entre países

Otro aspecto destacado por Ferreira, quien ha liderado proyectos de transparencia en Argentina, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Bolivia, Paraguay, Jamaica, Colombia, Honduras y Ecuador, es que la corrupción es un fenómeno global.

Aunque muchas veces los más grandes casos de corrupción se originan en países en vías de desarrollo, muchos de esos fondos desviados terminan en los sistemas financieros de países desarrollados y paraísos fiscales de todo el mundo.

Esos recursos, dijo Ferreira, “terminan en la City de Londres o el mercado inmobiliario en Nueva York; en algunas ciudades de Canadá, en el mercado de arte en Ginebra o en en el mercado de lujo en Francia. Estos países tienen o son sede de instituciones y profesionales que, en vez de cumplir su función de “gatekeepers”, de protectores de los sistemas anticorrupción, se transforman en facilitadores”.

En general, expuso Delia Ferreira,  la gran corrupción sigue un esquema que incluye: robar, esconder los recursos desviados y, finalmente, disfrutar de estos recursos en forma de bienes, inversiones o artículos de lujo. Un esquema que es facilitado por la opacidad de las instituciones financieras, las redes de protección de los involucrados -en particular en los sistemas de justicia- e, incluso, la indiferencia ciudadana para exigir el esclarecimiento de los casos.

Infografía Las 4 “i”

La impunidad y sus efectos para las democracias

Por último, Ferreira destacó que “la lucha contra la corrupción está íntimamente relacionada al fortalecimiento de la justicia y a la independencia del poder judicial. Y en nuestros países, lamentablemente, estamos caminando en sentido contrario”, apuntó.

La abogada ejemplifica este retroceso con las oportunidades perdidas para fortalecer la colaboración entre las fiscalías de Latinoamérica, como sucedió con la investigación en el caso Odebrecht. “Estos contactos dieron lugar a una mejora y rapidez en los procesos, pero  [esto] no cuajó en consolidar mecanismos regionales de lucha contra la corrupción”, destacó.

Esta lucha contra la corrupción “no es una maratón en la que todos corren sin tirarse piedras, es un juego de ajedrez donde hay actores que reaccionan a la investigación y buscan combatirla”, explicó para referirse a los obstáculos y a la regresión que sufren países como los centroamericanos en materia de combate a la corrupción y a la impunidad.

Ferreira también resaltó la importancia de combatir la apatía de las y los ciudadanos a la participación política, muchas veces impulsada por la polarización alentada por líderes populistas. La indiferencia ciudadana y motivar a que los ciudadanos sean más exigentes con sus representantes también es una vía para mejorar la calidad de la democracia, finalizó la expositora de la sexta sesión de los Ciclos CAP.

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