Imagen: Prensa Libre
El Estado como botín
La campaña política es el momento en que los partidos políticos ofrecen su “marca” y cobertura legal y las figuras locales y regionales ofrecen su caudal de votos para las elecciones.
Redacción CAP
En Guatemala existen redes y grupos familiares que ven en la política el camino para acumular riqueza y poder en los territorios. Se trata a menudo de clanes familiares que, para cumplir sus propósitos, se relacionan con empresas, oenegés, crimen organizado y actores de la política local y nacional.
Harald Waxenecker, investigador e historiador, explicó a las y los periodistas que participan en el CAP sobre Democracia y Elecciones la forma en que funciona el poder local y las redes clientelares a nivel territorial y también expuso cómo estos grupos, que por sí mismos no constituyen un proyecto político como tal, se organizan para su beneficio propio.
“Son grupos de poder y tienen como característica los vínculos familiares en su núcleo. Ven la política como una base de acumulación económica que les permite perpetuarse en los espacios de poder en la región”. Para esta finalidad, dijo, el control de la obra pública es fundamental.
A menudo estas estructuras se relacionan con organizaciones de crimen organizado y empresas transnacionales, tal como él mismo ha demostrado en sus investigaciones.
Además, estos grupos se caracterizan por tener una alta fluidez y movilidad. Son estructuras muy parentales con arraigo en sus territorios, que mantienen como centro la política y la obra pública, señaló el expositor.
Redes Político-Económicas Ilícitas
Otro concepto ligado al de grupos de poder son las Redes Político-Económicas Ilícitas (RPEI). Estas no son entidades gubernamentales ni privadas. Más bien son mixtas, porque se desplazan entre lo público y lo privado, entre lo formal e informal y entre lo legal e ilegal, como quedó evidenciado en los casos presentados por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público (MP) en 2015.
“Estas redes se mueven en espacios grises. Buscan la acumulación o el enriquecimiento ilícito para ejercer el poder y mantenerlo de manera indebida con impunidad. Operan a nivel regional y giran alrededor de diputaciones distritales, alcaldes, empresas constructoras y oenegés”, sostuvo el investigador.
En ese sentido, es fundamental para estas redes ampliar sus bases electorales. “Eso es importante porque tienen la visión de perpetuarse en el poder en sus territorios por un tiempo prolongado. La relación, de nuevo, con el crimen organizado es importante”, enfatizó el experto.
La campaña política como moneda de cambio
Cuando se habla de redes regionales es importante tener en cuenta que siempre existe un “intercambio electoral”. Los partidos, por una parte, ofrecen su marca y una cobertura legal y, por otra parte, las figuras locales y regionales ofrecen un caudal de votos para las elecciones.
“Este intercambio electoral es importante. Obviamente, el partido que en las elecciones tiene la mayor intención de voto es el mejor cotizado por estas redes y viceversa”, dijo Waxenecker.
Otro elemento que resaltó fue la disputa y el reordenamiento territorial del poder en tiempos de elecciones. En esta dinámica, los candidatos a diputados de un mismo distrito compiten entre sí y también con otros nuevos liderazgos regionales que puedan surgir por las mejores posiciones electorales. Al final de cuentas, “esto se traduce en un reordenamiento del poder en los departamentos”, sostuvo.
Presentación “Poder local y redes clientelares” de Harald Waxenecker en Ciclos CAP.
Ser diputado o no ser diputado es la clave en el momento de la elección y para eso es importante ubicarse en la primera casilla del listado distrital de un partido con ciertas posibilidades en la región, señaló Waxenecker.
“Cuando son grupos más complejos, también se debe negociar posiciones en los listados nacionales de estos partidos. Este momento de las elecciones representa una competencia entre estas redes regionales porque las diputaciones no son infinitas, son únicamente 160 y las diputaciones regionales son incluso menos. Entonces se produce una competencia limitada entre ellos que, además, es desigual porque hay unas que tienen acceso a financiamiento del Estado”, añadió el historiador.
Imagen: Plaza Pública
La legislatura 2024-2028
Si tomamos en cuenta la dinámica electoral hasta la fecha, el panorama no es tan alentador, resaltó Waxenecker, pues existe la probabilidad de que en el próximo Congreso alrededor de 49 diputaciones, equivalentes al 30 % de las curules, sean controladas por las RPEI de carácter regional.
“Serían integrantes clásicos del Pacto [de Corruptos]. Esto va a definir obviamente el quehacer del Estado y, sobre todo, el reparto de los listados geográficos de obras y su ejecución a nivel regional y local”, finalizó el expositor.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
Te puede interesar…
Elecciones: la disputa por el control del Estado
En países como Guatemala, los procesos electorales se convirtieron en la puerta de entrada para la captura de la institucionalidad pública y la vía a través de la cual grupos de poder -incluso estructuras criminales- buscan agenciarse impunidad.
De los partidos ideológicos a los partidos “atrapa-todo”
Tras medio siglo de partidos políticos con una clara definición ideológica, el sistema político y electoral guatemalteco fue convirtiéndose en uno de alta fluidez y volatilidad. Actualmente la mayoría de agrupaciones políticas carece de una ideología definida y se ha transformado en un mero vehículo electoral.