Ilustración: Sébastien Thibault

Desinformación: confundir, engañar, distorsionar

Con las redes sociales, las posibilidades de obtener información sobre diversos temas de interés público se ampliaron, pero también se multiplicó la desinformación. En este contexto, existen actores con distintas motivaciones que buscan confundir o difundir una visión alterada de la realidad.

Redacción CAP

La desinformación se presenta de distintas maneras. Puede ser a través de contenidos falsos o engañosos que circulan principalmente por redes sociales, aunque también se difunde a través de otros canales o medios, explicó Olivia Sohr, coordinadora de la organización argentina Chequeado, a las y los periodistas que participan en el CAP sobre Democracia y Elecciones.

Los desinformantes a menudo dicen cosas que no sucedieron, sacan de contexto hechos o los tergiversan para cambiar el sentido a la realidad, afirmó.

“La desinformación no nació con las redes sociales. Existía desde antes en los medios tradicionales o con referentes públicos que dispersaban rumores y propaganda. Pero la interacción entre esa desinformación y las redes sociales generó un fenómeno que sí es bastante nuevo y es la rápida propagación de contenidos, sin ninguna base, que puede ser totalmente falsa”, explicó Sohr.

A menudo la desinformación es parcial, puesto que se compone de elementos que sí son verdaderos y otros que no lo son. De esa cuenta, se han popularizado las “medias verdades” que a veces pueden ser más peligrosas que un contenido totalmente falso, porque tienden a pasar desapercibidas, dijo la especialista.

Esto se torna aún más peligroso si se considera que en la actualidad hay un ecosistema que incluye un exceso de información y una desconfianza de la ciudadanía hacia las autoridades e instituciones, ahondó.

“La desinformación no circula en el vacío sino en un ecosistema en el que hay distintos elementos que permiten que esta prolifere.  Pasó con la pandemia hace tres años, cuando teníamos información al mismo tiempo sobre qué es el virus, cómo circula, cuáles son los síntomas, cómo se contagia y qué posibles curas había. En ese contexto donde nos están bombardeando con un montón de información nueva, es fácil que se cuele desinformación. Lo mismo ocurre en procesos electorales”, anotó Sohr.

Ilustración: Univisión

Las y los desinformantes

Entre quienes buscan diseminar desinformación hay distintos actores que pueden ser políticos, personajes de la farándula, artistas, periodistas, influencers en redes sociales o pertenecer a grupos de interés que crean decenas de perfiles falsos o, incluso, “granjas de troles” con el fin de confundir y desinformar.

“Son personas que toman algún hecho -falso o tergiversado- que circulaba de manera marginal, pero lo toman, lo comparten a sus seguidores y esa desinformación se dispersa. Llega, además, con una carga emocional por los vínculos que existen a veces entre influencers y sus seguidores”, sostuvo Sohr.

Una de las estrategias que emplean es aprovechar temas sensibles y explotar los prejuicios que existen alrededor de estos. “Si, por ejemplo, en un país hay un sentimiento antiinmigrante muy fuerte, puede haber actores que aprovechen a decir que los migrantes van a votar en las elecciones y van a influir en el resultado”, expuso la periodista.

También se aprovechan los prejuicios de género para desinformar sobre las candidatas mujeres de distintas maneras. “Lo que la desinformación hace es generar emociones fuertes del otro lado de la audiencia, que hace que [las personas] no se detengan a pensar si el contenido es real o no, antes de compartirlo. Nos vuelve menos reflexivos, apuntó.

¿Para qué desinformar?

Existen distintos propósitos que se buscan alcanzar a través de la desinformación. Puede haber motivaciones monetarias para generar donaciones a favor de determinada causa; puede ser por convicción, como sucedió con algunos grupos antivacunas, o por cuestiones partidarias para perjudicar a candidatos opuestos. Y, en muchas ocasiones, se comparte desinformación por ignorancia, porque las personas no saben que un contenido es falso.

“La importancia de conocer las motivaciones detrás de quienes desinforman es para poder implementar estrategias más efectivas. Si sabemos que quienes están desinformando lo están haciendo por dinero, quizás es mucho más importante ir a atacar esa fuente y ver cómo se le puede, por ejemplo, advertir a la plataforma que esa persona está desinformando para monetizar”, dijo Sohr.

Presentación “Desinformación, redes y elecciones” de Olivia Sohr en Ciclos CAP.

¿Cómo circula la desinformación?

Para difundir la desinformación hay distintas plataformas que cumplen objetivos diferentes. Están, por ejemplo, las aplicaciones de mensajería como Telegram o WhatsApp, que al ser sistemas cerrados se utilizan para coordinar estrategias “desinformantes”. 

Por otro lado, están las redes más abiertas con las que se puede llegar a más personas. Entre estas destacan Twitter, Facebook, TikTok y Youtube.

“Lo que vemos es que hay niveles muy diferentes de organización entre distintos grupos que desinforman. Por ejemplo, hay personas que desinforman a nivel individual y que, quizá, simplemente se confundieron o publicaron algo que no era así, pero no necesariamente lo hacen de manera sistemática. Hay personas que lo hacen de manera individual, pero también sistemática, es decir, están todo el tiempo desinformando y claramente tienen una agenda detrás de eso, y luego hay grupos que se coordinan para desinformar. 

En la pandemia, por ejemplo, vimos nacer un grupo que se llamaba ‘Médicos por la verdad’ que nació en Alemania y se hizo muy fuerte en España. Se coordinaban por distintos espacios y luego desinformaban en redes sociales”, contó Sohr a las y los periodistas del CAP.

Estrategias y daños

Algunas estrategias recurrentes utilizadas por los desinformantes consisten en hacer falsas conexiones de hechos; tomar fotos y videos fuera de contexto o manipulados; elaborar falsos titulares con la gráfica de un medio de comunicación conocido; crear cuentas falsas en redes sociales para que difundan al mismo tiempo un mensaje y así hacerlo ver más creíble.

Captura de pantalla de la presentación “Desinformación, redes y elecciones” de Olivia Sohr en Ciclos CAP.

Estas estrategias pueden causar diversos daños y sus impactos pueden variar. Pueden implicar que las personas se alejen de la democracia, producir daños económico a individuos y empresas; confundir a los votantes para que no participen en un proceso electoral e incluso provocar riesgos a la vida, a la salud pública e incitaciones al odio y la violencia.

Precisamente por eso, dijo Olivia Sohr, es estratégico que los medios y periodistas trabajemos en combatir la desinformación implementando estrategias oportunas y adecuadas y generando alianzas dentro de los países y a nivel regional que permitan tener amplitud e impacto.

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