Ilustración: dubawa.org
Entendiendo la desinformación: entre las noticias falsas y la posverdad
En la actualidad las fakenews y la desinformación tienen una trascendencia y una gravedad mucho mayor porque el contexto de tecnologías conectadas en red en el mundo entero facilitan su viralización, la inmediata circulación de rumores, de noticias falsas y de campañas de desinformación.
Redacción CAP
No existe una sola respuesta que resuelva todos los problemas que se conjugan en esto que llamamos desinformación, noticias falsas y posverdad, afirmó Martín Becerra, doctor en Ciencias de la Información, al inicio de la segunda sesión de trabajo del Ciclo de Actualización para Periodistas (CAP) sobre Democracia, Desinformación y Libertad de Expresión.
Becerra, quien además es investigador principal en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de la Argentina, explicó a las y los periodistas centroamericanos que participan en el CAP que “estamos frente a un contexto de metamorfosis de las comunicaciones en el mundo, producto de un nuevo flujo de comunicaciones que surge con el Internet”.
Para sustentar su afirmación, el especialista se refirió a los números sobre el uso de las redes y plataformas digitales en la población mundial, que cada día es mayor. “Lo que las cifras sobre conectividad arrojan es que hay un desplazamiento de los medios tradicionales hacia los medios digitales”, afirmó. En América Latina, por ejemplo, 6 de cada 10 personas tienen alguna forma de conectividad.
Para Becerra, hoy en día, el concepto de brecha digital se refiere a algunas formas muy robustas y a otras muy degradadas de acceso a la conectividad. ¿Qué conectividad tienen quienes tienen conectividad?, reflexionó, para luego afirmar: “Muchos usuarios tienen los servicios de Internet exclusivamente de una sola compañía, Facebook. Si se cae la compañía, para muchas personas en América Latina, por ejemplo, se cae el Internet, porque esa empresa es el sinónimo de Internet ya que no tienen cobertura o dinero en su zona de residencia para navegar más allá de esa red”.
La disputa por la “verdad”
Para adentrarse en el tema de las noticias falsas y la desinformación, Martín Becerra invitó a las y los periodistas del CAP a reflexionar sobre la distinción que hay entre ficción y realidad y en cómo, en las últimas décadas, con la masificación del Internet, inició el fenómeno de la posverdad, a partir del cual empezaron a cuestionarse afirmaciones y “verdades” que desde la ciencia ya parecían saldadas.
“El consenso y el método científico demostraron que la Tierra es redonda y gira alrededor del Sol. Por eso a muchos de nosotros nos parece muy extraño que vuelvan a ser discutidas como si estuviéramos de nuevo en el siglo XII o XIII” dijo Becerra, al referirse al movimiento de los terraplanistas.
En definitiva, como explicó el especialista, la discusión sobre estos consensos permite pensar sobre los conceptos de verdad y posverdad. “Lo que ocurre es un reemplazo de algunos de los supuestos y de los consensos básicos que las instituciones sólidas -como la ciencia, la escuela, los sindicatos y los Estados- cultivaban, difundían o establecían a veces de manera democrática y pedagógica y, otras veces, de manera autoritaria”, dijo Martín Becerra. En algunos casos esta pérdida de consensos habilita las teorías conspirativas que cuestionan verdades que fueron demostradas con el método científico, como la ley de gravedad o la efectividad de las vacunas, aseveró.
Lo que vivimos hoy en día es la ruptura de un orden que funcionó durante varios siglos y muchas décadas, dijo Martín Becerra. Esa ruptura impuso un clima cultural, social e intelectual en el que, en muchos casos, lo inverosímil, aunque no requiera ser demostrado, puede reemplazar a la verdad.
Becerra puso como ejemplo el rechazo a la vacunación en pleno siglo XXI. “El hecho de que haya campañas antivacunas que puedan tener asidero en sectores de la población muestra cómo esta disputa del orden de la verdad está plenamente vigente e instalada en el mundo entero, a punto tal de comprometer ya no una teoría sobre la disposición de los astros en el Sistema Solar, sino simple y llanamente la vida misma de cientos de miles o millones de personas”, puntualizó.
FakeNews y Desinformación: la distinción necesaria
Las noticias falsas y la desinformación no son lo mismo. Incluso la Relatoría para la Libertad de Expresión (RELE) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha establecido una diferencia esencial.
“Las fakenews son noticias falsas sobre las que no necesariamente su autor o el medio donde se difundieron eran consientes de su falsedad. La misma se puede deber a un error material, porque un periodista no chequeó bien la fuente o la fuente engañó al periodista.
Esto no es algo nuevo, es algo inherente a la práctica periodística” explicó Becerra.
“Cuando no puede demostrarse la “real malicia”, es decir, cuando el medio o sus periodistas no conocían de antemano que la noticia era falsa, no hay responsabilidad ulterior”, dice la RELE. En cambio, como señaló Martín Becerra, el concepto de desinformación tiene incorporado el ingrediente de la voluntad. “Desinforma quien sabiendo que un contenido es falso, lo difunde de forma deliberada”, explicó.
En la actualidad las fakenews y la desinformación tienen una trascendencia y una gravedad mucho mayor porque el contexto de tecnologías conectadas en red en el mundo entero facilitan su viralización, la inmediata circulación de rumores, de noticias falsas, de campañas de desinformación.
En la región norte de Centroamérica donde hay una profunda polarización y una radicalización de sectores de la política que acompañan esa polarización, la desinformación está a la orden del día. “El accionar de gobiernos autoritarios y la casi inexistente división de poderes y de controles cruzados, obstaculizan ciertamente la moderación de campañas de desinformación”, sostiene Becerra.
Confundir, polarizar, desinformar
La gente no tiene tiempo para verificar si todo lo que leyó en medios, en redes o lo que dijo un presidente es cierto o no es cierto, explicó Martín Becerra. A esto se le suma la avaricia cognitiva y el sesgo de comprensión, es decir, nos resulta individualmente como ciudadanos más sencillo creer que los contenidos que refuerzan nuestros juicios, prejuicios y creencias previas son verdaderos, antes que desafiar nuestras creencias y someternos al laborioso proceso de confirmar los contenidos que nos llegan y que reproducimos.
Además, como argumentó el especialista, las campañas de desinformación para su eficacia no están compuestas solo de elementos falsos. Tienen algunos elementos falsos y otros verdaderos que son sacados de contexto, amputados de contexto, para favorecer las campañas de desinformación, sostuvo.
El reto desde el periodismo
Es desigual la batalla por una información periodística democrática, dijo Martín Becerra a las y los periodistas participantes en el CAP. En general, el poder que tiene un presidente de un país es casi siempre desigual con el poder que tienen periodistas o medios de comunicación, señaló.
La palabra presidencial tiene una centralidad que no tiene un medio de comunicación o las y los periodistas. “Es más laborioso ejercer de contralor, cuando el Poder Judicial está intervenido o cuando el Congreso funciona como apéndice del Poder Ejecutivo”, reflexionó Becerra.
Y agregó que en un contexto autoritario, como el de los países centroamericanos, la tarea periodística se hace cuesta arriba. La labor de la prensa se vuelven antipática para muchos ciudadanos.
Ante este panorama desigual, Martín Becerra sugiere articular con otras organizaciones de defensa de derechos humanos y con sectores democráticos y, también, apostarle a la verificación. “El ejercicio de verificación, de contraste, de contextualización, es un ejercicio que tal vez no en el corto plazo, pero si a mediano plazo, rinde frutos. Porque a mediano plazo se está construyendo otro tipo de lógica de argumentación para que la sociedad, que hoy tiene un sesgo autoritario manifiesto, empiece a democratizarse. Es una de las condiciones, sin ser la condición excluyente. La sociedad, sólo por eso no va a cambiar, pero el ejercicio del periodismo de contraste, de contexto, de verificación, es una de las condiciones de cambio”, enfatizó.
Los derechos digitales
Para terminar la sesión, Martín Becerra sostuvo que las plataformas de redes sociales no pueden ser espacios privados exentos de cumplir con la exigencia de los derechos humanos y las leyes.
“Yo estoy en una posición muy diferente de la de algunos colegas, especialistas en libertad de expresión, que dicen que los principios de libertad de expresión solo se aplican al Estado y no a los privados. Pues no, el respeto de los derechos humanos, cabe, según la ONU, según las constituciones de nuestros países, les cabe a todos, no sólo a los Estados”, indicó Becerra.
El hecho de que conglomerados privados, empresas como Google o Facebook, sean las que decidan qué contenido puede circular y qué contenido no, o si un presidente es removido indefinidamente de una red o no, es muy peligroso para la democracia, dijo Becerra. “Eso es delegarle el poder de policía de contenidos a una empresa, cuyos criterios corporativos, cuyas prioridades cambian, porque están guiadas por fines de lucro” acentuó.
“Por más privada que sea, una plataforma tiene que respetar los estándares de libertad de expresión y de derechos humanos”, indicó Martín Becerra. Y puso como ejemplo el “Marco Civil de Internet” una ley aprobada por el Congreso brasileño en 2014 que es “una carta de derechos digitales”, que puede ser un buen ejemplo para nuestros países, finalizó.