Imagen: No Ficción

Cuando la justicia es víctima y victimaria

El sistema de justicia es clave para garantizar el Estado de derecho y la vigencia de la libertad y los derechos humanos. Por esta razón, con el auge de los regímenes autoritarios en la región, los ataques en contra de las instituciones de justicia se han recrudecido.

Redacción CAP

“Cuando los países transitan de un régimen autoritario a uno democrático, usualmente esa transición empieza por fortalecer el sistema de justicia porque éste garantiza el control del poder”. Con esta afirmación, la abogada peruana Úrsula Indacochea inició su exposición en la tercera sesión del Ciclo de Actualización para periodistas (CAP) sobre Democracia en Guatemala.

El problema de la justicia en Guatemala es estructural, señaló Indacochea, quien dirige el programa de Independencia Judicial de la Fundación para el Debido Proceso (DPLF, por sus siglas en inglés). “Esto quiere decir que por más que existan buenos fiscales y jueces independientes, estos actores se encuentran trabajando en una estructura en la que diferentes grupos de poder pueden neutralizar o impedir su trabajo”, señaló.

Para la experta, la fragilidad del sistema de justicia guatemalteco responde a la poca voluntad política que ha existido para impulsar reformas profundas que lo fortalezcan. “Guatemala lleva más de 28 años intentando reformar profundamente su sistema de justicia y no lo logra”, indicó.

A pesar de que se han logrado impulsar reformas importantes en materia de justicia, como la Ley de la Carrera Judicial y la ley Orgánica del Ministerio Público, los procesos de reformas constitucionales de 1999 y 2016 fracasaron. “El hecho de que se hayan intentado este tipo de reformas tan profundas es evidencia de que el problema no necesariamente está en las personas, sino más bien en el diseño institucional de los órganos de justicia” puntualizó.

Imagen: Washington Office on Latin America (WOLA)

Una estructura que impide la independencia judicial

La forma en cómo funcionan los sistemas de justicia puede evidenciarse con un triángulo, explicó la especialista. “En la base de ese triángulo están los jueces de primera instancia. Luego tenemos una sección intermedia donde están los magistrados y magistradas de las salas de apelaciones; y por último, la cúpula donde están las altas cortes”, explicó.

“Un sistema de justicia democrático y moderno es aquel en donde el juez de primera instancia no es inferior en un sentido jerárquico a un juez de apelación o magistrado de la corte de apelaciones. En un sistema de justicia democrático, estos son solo funcionarios que tienen competencias diferentes”, sostuvo.

Presentación de Úrsula Indacochea “Sistema de justicia: víctima y perpetrador” en Ciclos CAP.

En Guatemala uno de los principales problemas del sistema de justicia es que los dos tercios superiores de su judicatura, sobre todo las cortes de Apelaciones, están fuera de la carrera judicial y pueden ser cambiados por la Corte Suprema de Justicia, apuntó Indacochea.

Es decir, si un juez independiente quiere ascender a magistrado de apelaciones tiene necesariamente que pasar por un mecanismo de tipo político. “Esta es la razón por la que en Guatemala existen tantos jueces campeones anticorrupción que solamente han estado en primera instancia como el juez Miguel Ángel Gálvez, la jueza Erika Aifán, o Carlos Ruano”, añadió la experta.

A la forma en que está estructurado el sistema de justicia se le suma una serie de subproblemas que abonan a su debilidad y a la posibilidad de que grupos de poder puedan utilizarlo para alcanzar sus intereses particulares. Úrsula Indacochea expuso los siguientes:

  • El uso de mecanismos políticos para los procesos de elección de las cortes.
  • La vulnerabilidad de los procesos de selección a la influencia de actores externos, lícitos o ilícitos.
  • El uso de mecanismos de control por actores políticos para retirar o expulsar a funcionarios que les son incómodos.
  • El corto periodo de tiempo por el que son electos las y los magistrados de las salas de apelaciones y de la Corte Suprema de Justicia (CSJ).
  • La concentración de poder y funciones en la cúpula de la CSJ.

Imagen: Prensa Comunitaria

Las dos dimensiones del sistema judicial

Un diseño institucional que no permite la transparencia -sin contrapesos internos y con un proceso de selección de las altas cortes basado en mecanismos políticos- combinado con una serie de mecanismos que facilitan la influencia de grupos de poder dentro del sistema de justicia guatemalteco, hacen que éste haya adquirido una doble dimensionalidad, dijo la experta.

Por un lado el sistema de justicia es una víctima de los grupos de poder que buscan cooptarlo para garantizarse impunidad. “Un sistema de justicia es víctima cuando es capturado institucionalmente. La principal vía de captura es el tráfico de influencias y la corrupción en los procesos de selección de las cúpulas de las Altas Cortes. En Guatemala, el caso Comisiones Paralelas 1 y 2 es un ejemplo que ha desnudado la forma en que se pueden utilizar los procesos de selección como un simple cascarón formal”, sentenció Indacochea.

Otra forma en la que el sistema de justicia es víctima es a través de la persecución, la criminalización y el exilio de jueces, juezas y fiscales independientes “Por criminalización me refiero a utilizar el Derecho Penal, la Fiscalía y el sistema de justicia penal contra jueces y fiscales independientes, que además son los que tienen a cargo cierto tipo de casos, los casos de graves violaciones a derechos humanos, los grandes casos de corrupción” manifestó la abogada.

Imagen: Plaza Pública

Una vez estos grupos de poder han logrado cooptar a las cúpulas de la judicatura mediante sus influencias en los procesos de selección y expulsar o neutralizar a los jueces y juezas independientes, el sistema de justicia es utilizado como herramienta para debilitar la democracia, indicó.

Así, el sistema de justicia se convierte en victimario cuando es utilizado para perseguir opositores, ya sean opositores políticos, periodistas o integrantes de la sociedad civil; cuando busca afectar o cambiar los resultados de los procesos electorales o cuando es utilizado para garantizar impunidad a los poderosos.

“Es precisamente por esta razón que la independencia judicial está tan relacionada con la defensa de la democracia. Porque en los nuevos autoritarismos, el ataque a la institucionalidad democrática ya no se hace sacando los tanques a la calle, se hace utilizando procedimientos jurídicos, utilizando la ley, utilizando el sistema de justicia para atacar y debilitar a la democracia”, manifestó Úrsula Indacochea para finalizar su presentación en el CAP.

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