Imagen: Voz de América

Centroamérica: la continua regresión autoritaria

El deterioro de la democracia en la región centroamericana se manifiesta en el debilitamiento de la institucionalidad, en la restricción de derechos y libertades ciudadanas y en el auge de formas autoritarias de gobierno.

Redacción CAP

Centroamérica atraviesa un periodo de crisis respecto a los valores democráticos y a la calidad de sus instituciones. En los distintos países hay signos preocupantes, en distintos niveles, que dan cuenta de una progresiva regresión autoritaria, dijo Tamara Taraciuk, directora del Programa Estado de Derecho de Diálogo Interamericano, en la segunda sesión del CAP sobre Democracia y Autoritarismo. 

Para la experta, en el istmo conviven tres formas de gobierno: dictadura como en el caso de Nicaragua; presidentes electos en procesos democráticos que una vez llegan al poder inician con un desmantelamiento de la institucionalidad como ocurre en El Salvador; y democracias frágiles con grandes problemas de gobernabilidad como en Guatemala.

“Hoy la amenaza más acuciante para la democracia liberal en América Latina no es más un golpe militar o una ruptura abrupta del orden constitucional como vimos en el pasado. Por el contrario, lo que vemos, es que existen estos líderes que los eligen en elecciones más menos limpias, pero en elecciones al fin, y una vez en el poder van gradual y deliberadamente socavando garantías básicas”, señaló la especialista.

Centroamérica atraviesa el periodo más largo de continuidad en sus elecciones, celebrándose en los países de la región desde la década de los años 80. Sin embargo, la baja calidad de las instituciones democráticas y la falta de resultados a los problemas sociales de la región son una amenaza para el retorno de los autoritarismos, indicó.

Foto: Simone Dalmasso | Plaza Pública

Las señales de advertencia

Entre las “alertas” del deterioro democrático en la región, Taraciuk nombró los ataques a la independencia judicial (la autonomía de cortes y fiscalías para administrar la justicia); la cooptación de las instituciones electorales encargadas de celebrar y respaldar los resultados de los comicios, y la intolerancia hacia el trabajo de la prensa independiente y  las organizaciones de sociedad civil.

La experta resaltó que en regímenes plenamente autoritarios, como en el caso de Nicaragua, se han violentado todos los principios de una democracia. Hay represión a los opositores políticos, elecciones sin competencia real y un cierre total a las organizaciones de sociedad civil sin que exista una respuesta conjunta de la región, advirtió.

A menudo, los gobiernos autoritarios son resultado del descontento ciudadano por falta de soluciones a graves problemas como la inseguridad, la pobreza o la desigualdad. “Esto facilita el auge de líderes populistas que luego ejercen el poder de forma autoritaria”, señaló la abogada especialista en Derechos Humanos.

“No es un problema de derechas o izquierdas”, comentó Taraciuk, ya que en la propia Centroamérica conviven tanto gobiernos autoritarios que se denominan de izquierda como en Nicaragua, junto a gobiernos autoritarios conservadores como en El Salvador.

El ejercicio unilateral del poder

Taraciuk también destacó que hay condiciones que hacen más proclive a los países latinoamericanos a aceptar el autoritarismo, como por ejemplo una arraigada tradición de “caudillismo” presente en la historia política de la región.

“Hay una tendencia a idolatrar al caudillo poderoso. Entonces tenemos que luchar contra eso y, a su vez, mostrar que la democracia o el Estado de Derecho pueden dar resultados a la gente (para resolver sus principales problemas)”, anotó.

Para la especialista de Diálogo Interamericano, los gobiernos deben mostrar mediante resultados “que las democracias pueden responder a las necesidades de la población, pueden promover los derechos a la salud, a la educación, a la seguridad y además fortalecer el Estado Derecho. La realidad es que no son incompatibles las soluciones con más democracia y no menos”, dijo a las y los periodistas participantes en el CAP.

Taraciuk señaló que pese a los enormes retrocesos para las instituciones democráticas en la región se debe resaltar “el trabajo de la sociedad civil y la prensa independiente que ha sido fundamental para mantener la luz, la presión en las instituciones desde dentro y fuera de los países”.

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