Imagen: Plaza Pública / Simone Dalmasso
Sistema electoral: la competencia por el poder
Guatemala pervive como democracia porque las elecciones son el principal mecanismo para acceder al poder político, pese a que la calidad de los comicios no siempre es la mejor.
Redacción CAP
Cada cuatro años, la ciudadanía guatemalteca acude a las urnas para elegir a sus representantes y máximas autoridades del Estado. Y aunque no se puede obviar que la calidad de estos comicios no ha sido la mejor, el hecho de que las elecciones aún sean la ruta principal para acceder al poder sigue siendo importante, afirmó el politólogo Hugo Novales al inicio de la tercera sesión de trabajo del CAP sobre Democracia y Elecciones.
“Sabemos que hay problemas con la falta de transparencia en los partidos políticos, con la desigualdad en el acceso a los medios de comunicación y que, además, hay incertidumbre por la posible no inclusión de algunas candidaturas. Pero, a pesar de estos problemas, las elecciones siguen siendo el mecanismo principal de competencia por el poder político y por ocupar cargos en el Estado”, enfatizó.
Dicho esto, Novales se refirió a las normas que rigen las elecciones en el país.
El sistema electoral es como una máquina en la que se depositan votos, ésta los computa y a cambio devuelve una lista de diputados y concejales para determinada cantidad de organizaciones políticas, explicó Novales, quien luego caracterizó los sistemas electorales existentes.
Sistema mayoritario
Este corresponde a una forma mayoritaria de entender la democracia, ya que la persona que obtiene más votos es a la que se le asigna el cargo público. Un ejemplo de esto es la elección del binomio presidencial o de los alcaldes en Guatemala, explicó Novales.
“En este sistema, la decisión de la mayoría es la que debe respetarse y no siempre se considera a las minorías; aunque a veces la mayoría puede que no sea un grupo muy grande”, continuó el facilitador.
Imagen: Archivo / Soy502
Dentro de los sistemas mayoritarios puede darse una elección de una vuelta que requiera una mayoría calificada, como ocurre para elegir al binomio presidencial en el país. O bien, a una vuelta -con mayoría simple- como pasa con la elección de los alcaldes.
“Los sistemas de una vuelta tienden a favorecer la conformación rápida de grupos mayoritarios y a reducir el número de opciones o de partidos políticos. Terminan atrayendo a todos hacia la opción mayoritaria. Dicho de otra forma, si yo soy un partido pequeño, en un sistema electoral de una sola vuelta me va a costar mucho competir y tendré dificultades para ganar la elección. Mientras que, en los sistemas mayoritarios a dos vueltas, se tiende a favorecer a los partidos más pequeños, ya que la competencia no solo es quién gana, sino quién pasa a segunda vuelta”, afirmó el politólogo.
Sistema proporcional
Este modelo no otorga todo el poder al grupo mayoritario, sino que busca distribuirlo de manera proporcional entre los distintos actores. Un ejemplo de esto es el Congreso de la República de Guatemala, donde los escaños se reparten de manera proporcional a los votos obtenidos en cada distrito.
La diferencia entre ambos sistemas, dijo Novales, es que los mayoritarios tienden a priorizar la eficacia en la toma de decisiones, mientras que los proporcionales priorizan el consenso. “Las decisiones se toman más lento, pero se asegura de que todos los actores involucrados sean tomados en cuenta”, explicó.
Asimismo, en los sistemas proporcionales hay listas abiertas y cerradas. En las primeras, el votante puede elegir directamente a sus representantes, mientras que en las segundas es el partido político el que define el orden en que los candidatos irán entrando.
“Guatemala, a la hora de elegir las diputaciones, tiene un sistema proporcional de listas cerradas y bloqueadas en las que el sistema limita la decisión del votante. Esto no necesariamente es algo injusto o incorrecto. De hecho, el sistema de listas cerradas y bloqueadas es considerado un sistema que privilegia la representación de las minorías de manera más fiel”, sostuvo el facilitador.
Para Novales, esto cobra especial relevancia por el alto grado de fragmentación que hay en el sistema político-partidario del país.
Distribución de los escaños al Congreso de la República en las Elecciones Generales del 2019. Imagen: No-Ficción
“En Guatemala lo que tenemos es un número de partidos que va fragmentándose cada vez más. Por otro lado, no hay una relación entre votantes y partidos. Yo, como votante, no desarrollo una relación con el programa del partido, ni con sus ideas o candidatos”, afirmó el politólogo para explicar las debilidades del actual sistema electoral.
No solo la elección presidencial importa
Cuando se piensa en elecciones, las personas automáticamente centran su mirada en la designación de la presidencia y vicepresidencia, pero esto podría ser un error si se toma en cuenta que el sistema político y electoral guatemalteco está diseñado para limitar el poder presidencial.
Un presidente no puede llevar a cabo, por sí solo, una reforma constitucional o fiscal, sostuvo Novales. Necesita del apoyo ciudadano y de aprobaciones en el Congreso de la República.
“Nuestro sistema fue diseñado para limitar el poder del presidente. Las razones para esto pueden ser variadas. Hay quienes dicen que fue por el temor a que surgieran dictadores, como ocurrió en el pasado”, indicó.
Otro error es creer que los presidentes pueden instrumentalizar a los alcaldes para que estos orienten el voto a su favor, ya que por lo general las personas votan cruzado. Es decir, votan al candidato a jefe edil de un partido, pero eligen a un presidenciable de otra organización política distinta, explicó el experto a las y los periodistas participantes en el CAP.
“El comportamiento de los votantes, en general, es muy autónomo de los dirigentes. Los alcaldes, efectivamente, pueden motivar a sus votantes a sufragar en una dirección o en otra; pero las personas, al final, son quienes deciden si obedecen o no al alcalde. Si bien existen mecanismos de coacción, la secretividad del voto se mantiene en los centros de votación”, dijo Novales.
En ese sentido, tampoco se debe creer que los alcaldes expresan su favor a los presidentes y a los gobiernos de turno de manera genuina. A menudo lo hacen porque esto les permite acceder a recursos públicos. Pero, en la medida en que se acercan las elecciones, los ediles cambian de preferencias, advirtió.
Un grupo de alcaldes manifiesta su apoyo al gobierno y a diputados de la alianza oficialista durante la sesión de aprobación del presupuesto 2023. Foto: Prensa Libre
“Los alcaldes tienden a expresar lealtad hacia el partido oficialista porque esto les permite acceder a recursos con mayor facilidad. Independiente de lo que diga la ley, el gobierno tiene la capacidad de abrir o cerrar el ‘chorro’ de recursos para las municipalidades. Entonces, es normal que los alcaldes expresen su lealtad al partido oficialista, pero conforme se va acercando la fecha de la elección, es natural que los alcaldes identifiquen otras candidaturas con más opciones de ganar y cambien de lealtad”, finalizó el expositor.
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