Ilustración: The New Republic

Redes criminales en Centroamérica

Los grupos del crimen organizado representan un riesgo para las democracias en la región al infiltrar al Estado y aprovechar sus instituciones para garantizarse impunidad.

Redacción CAP

Las redes criminales son definidas por Steven Dudley, codirector del medio especializado en crimen organizado InSightCrime, como un grupo de personas que se asocian de manera regular y prolongada para obtener un objetivo criminal.

Estas redes, señaló Dudley en la octava sesión del CAP sobre Democracia en Centroamérica, están a su vez integradas por organizaciones criminales más pequeñas que interactúan alrededor de diferentes ilícitos, como el contrabando y las extorsiones, y pueden usar los “servicios” de múltiples organizaciones criminales.

En países con instituciones débiles como los centroamericanos, las redes ilícitas también representan un riesgo para las democracias de la región. Dudley señaló al respecto: “lo que vemos, cada vez más, son capitales económicos de fuentes dudosas que crean incentivos perversos para crear partidos políticos e influir en las mismas elecciones. Las redes criminales infiltran al Estado y crean nexos que generan un uso perverso de los recursos y eso se ve ampliamente en cuestiones de obras públicas, por ejemplo”.

Los vacíos de poder dentro de los Estados también son, a menudo, ocupados por la criminalidad organizada, lo cual representa una amenaza para las democracias en la región, enfatizó.

Evolución de las formas de estudio de los tipos de redes criminales. Fuente: InSightCrime.

Tipología criminal

Tradicionalmente la criminología estudió al crimen organizado, hasta los años 60 y 70, por la forma en que se conformaban alrededor de una identidad étnica o nacionalidad, explicó Dudley. Más tarde, en las décadas de los 80 y 90, el análisis se enfocó en las “cadenas de valor”, es decir, en la estrategia de las estructuras para generar ganancias, como las dedicadas al narcotráfico o al lavado de dinero, por ejemplo.

Esta mirada evolucionó en los años 2000 al tomar en cuenta los elementos que las agrupan, ya sea por identidad, tipos de estructuras, o relaciones con el Estado y los capitales.

La criminalidad organizada adopta muchas formas, detalló Dudley y explicó cómo InSightCrime ha estudiado a estas estructuras a partir de tres tipos de redes.

Las redes que se infiltran en el Estado; las que operan en zonas donde éste está ausente y algunas que consolidan su poder a partir de su capacidad económica.

Las redes infiltradas en el Estado usan el poder institucional para su enriquecimiento personal y el de sus cómplices “mediante esquemas corruptos y criminales”, señaló Dudley. Esta práctica debilita de manera sistemática el estado de Derecho y las facultades de control, con el propósito de proteger sus actividades y garantizarse impunidad, enfatizó.

Por otra parte, las redes criminales con base social surgen y operan en zonas en las que hay ausencia, corrupción o ineptitud estatal. Muchas veces asumen algunas de las funciones del Estado, la base de su poder es social y política y, además, usan la violencia extrema para ejercer control sobre el territorio o el espacio físico, explicó el investigador.

En esta tipología también figuran las redes criminales empresariales. Según explica Dudley, estas operan como una empresa comercial con múltiples niveles y una estructura flexible. Ofrecen bienes y servicios para otras estructuras criminales y derivan su poder del capital económico que manejan; además -en ocasiones- son depredadoras del propio Estado, comentó Dudley.

Los riesgos para las democracias

Los diferentes tipos de redes criminales a menudo interactúan y tienen puntos de contacto.

InSightCrime analizó a detalle 19 estructuras criminales en Latinoamérica con base en expedientes judiciales, registros públicos y trabajo de campo. Este trabajo mostró las múltiples conexiones entre grupos criminales según las características de cada región, explicó Dudley, codirector de este medio de comunicación a las y los periodistas participantes en el CAP.

La infiltración de las redes criminales dentro de los estados en Centroamérica figura como parte de la evolución del crimen organizado en la zona, sostuvo. Los casos estudiados en Honduras, El Salvador y Guatemala, entre otros países, dan cuenta de esta situación.

La principal forma en que estos grupos afectan las democracias en la región es por medio de los capitales que introducen “en los partidos políticos” y que pueden influir “en las mismas elecciones”, alertó.

Este dinero de origen ilícito genera “incentivos negativos” para la democracia y la solidez de las instituciones. A menudo, también involucran a las élites económicas locales que brindan servicios como el lavado de activos y la búsqueda de garantías de impunidad.

Dudley concluyó su presentación recordando la relación entre las élites políticas de la región y el gobierno estadounidense. “Muchos de los altos cargos de la región procesados hoy en Estados Unidos alguna vez fueron aliados de las agencias norteamericanas” dijo el periodista. Una situación que muestra los nexos entre poder y crimen organizado en Centroamérica.

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