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Migrar en tiempos de crisis climática
Los patrones de movilidad humana están cambiando por la emergencia climática que sufrimos. La decisión de migrar está ahora influenciada por la crisis del clima, que viene a sumarse a factores económicos, de desigualdad, inseguridad y violencia. Todo esto en el marco de la defensa de la tierra y los recursos naturales.
Redacción CAP
Mientras se pierden cada vez más territorios y cosechas a causa de los cambios en el clima, más gente se mueve en busca de un lugar mejor para vivir. Dejan sus hogares y comunidades. Dejan su vida atrás huyendo de huracanes, tormentas, incendios, sequías, inundaciones, malas cosechas, deslaves, ríos desbordados. A estas personas se les ha empezado a nombrar como migrantes climáticos.
Sin embargo, como explicó Erika Pires Ramos, doctora en Derecho Internacional y fundadora de la Red Sudamericana para las Migraciones Ambientales (RESAMA), todavía hay demasiados debates para reconocer a las personas que se desplazan a causa del cambio climático. En la octava sesión de los Ciclos CAP enfocado en la cobertura de emergencias sanitarias y climáticas, Pires indicó: “Las migraciones climáticas y las migraciones ambientales son un proceso multicausal, multidimensional y de múltiples efectos”.
En la actualidad los flujos migratorios se han complejizado. El calentamiento global y el cambio climático tienen efectos colaterales, que impactan directamente a comunidades enteras, que deben decidir entre quedarse donde han vivido durante cientos de años o plantearse la posibilidad de salir.
Pires explicó que gran parte de la movilidad humana en el mundo tiene su origen en el impacto producido por las modificaciones del clima sobre los territorios, en los que ha aumentado la desertificación, la inseguridad alimentaria, las lluvias, la salinización del agua dulce y la acidez de los océanos. Además, se ha dado un incremento en la temperatura del agua que provoca que los peces migren, señaló Pires, y que los ecosistemas de alrededor se transformen drásticamente con la pérdida de fauna y flora.
“El cambio climático está provocando un incremento en la pobreza. Es un multiplicador de amenazas y genera inseguridad alimentaria. Las amenazas pueden ser naturales pero los desastres no lo son. Un evento climático puede o no convertirse en un desastre. Son las condiciones preexistentes de vulnerabilidad las que hacen que una amenaza pueda convertirse en un desastre”, subrayó.
En consecuencia, muchas comunidades se ven obligadas a salir de sus territorios. Es ahí cuando se habla de migración forzosa y desplazamientos. “Las causas de estas migraciones ambientales -como las amenazas naturales, terremotos y erupciones volcánicas- actúan de manera combinada con el cambio climático y afectan los derechos de las personas”, dijo Pires.
Los patrones de la movilidad humana están cambiando en escala y profundidad. Hay patrones de migración lentos, otros que son súbitos y también hay patrones temporales. El clima está obligando a las personas a moverse, a tomar la decisión de salir de sus territorios. Todo esto afecta la economía, la salud, lo social, lo cultural, la estructura vital de las personas y de las comunidades.
Migrar se ha vuelto un asunto de supervivencia estratégica, aseveró.
¿Reconocer la movilidad climática y sus derechos?
“Una de las inquietudes en el mundo es cómo caracterizar el fenómeno. ¿Son migrantes, refugiados, refugiados ecológicos? ¿Cómo reconocerlos jurídicamente? Ese es un dilema”, dijo Pires a las y los periodistas del CAP.
En términos del fenómeno, desde el Acuerdo de Cancún en 2010, se acordó que se trabaje con una definición amplia de movilidad humana y sus categorías. Si hay un componente de decisión o de elección de salir de su territorio se le llama “migración”. Si hay un componente forzoso que lo provoca, hablamos de “desplazamiento”. Hay otras ocasiones en que las personas deciden quedarse en su territorio. Y ahí hay influencia de factores culturales. Cuando hay una imposibilidad de salir, son poblaciones “atrapadas”. Si se toma la decisión de no salir, son poblaciones “inmovilizadas”, explicó la experta.
Pires indicó que “la migración debe ser una opción, pero no la única para las personas afectadas por los impactos del cambio climático. Migrar es un derecho. Una adaptación al cambio climático”, enfatizó.
Desde el punto de vista jurídico, no obstante, el refugio ambiental no es una expresión aceptada por la comunidad internacional ni por los expertos porque, como dijo Pires, “significaría debilitar el régimen internacional sobre el estatus de refugiados”.
Desde 1951, como consecuencia de las guerras mundiales, se ha establecido una diferenciación entre las personas refugiadas y las personas perseguidas. Toda persona que por motivos de guerra, persecución o discriminación tenga que desplazarse es una persona refugiada.
Por ello, Pires indicó: “El sistema de los refugiados tradicionales no contempla a los refugiados ambientales. Hay un trabajo por parte de las Naciones Unidas y expertos para que se les reconozca, pero que no se cause confusión en el concepto para no vulnerar el estatus actual de los refugiados”, explicó.
El Sistema Internacional reconoce como refugiados a las personas cuando se trasladan de un país a otro. Pero en el caso de los desplazamientos causados por el cambio climático, estos pueden ser internos o externos. “La migración ambiental es un continuum, que puede ser local y llegar a lo internacional. Aun así, la definición de desplazados de conflicto encaja poco con la de refugiados por desastres”, señaló.
Hay estimaciones que se han hecho con base a datos oficiales, dijo Pires. Para 2019, en las Américas se estimó que hubo 602 mil desplazados por conflictos y 1.5 millones de personas desplazadas por desastres. Y a nivel mundial fueron más de 23.9 millones de personas desplazadas por los desastres, en comparación de los 8.5 millones que fueron obligadas a salir de sus territorios a causa de conflictos.
En este contexto, únicamente la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha intentado reconocer la movilidad humana como efecto directo del cambio climático:
La “migración climática” se da como producto de un cambio gradual o repentino en el ambiente que ocurre como consecuencia del cambio climático. Puede ser temporal o permanente, dentro del país o atravesando las fronteras.
Mientras que la “migración ambiental” ocurre cuando las personas, por motivos imperiosos o cambios súbitos que afecten sus condiciones de vida, son obligadas a dejar sus hogares por la imposibilidad de permanecer ahí.
El problema de proteger a las y los migrantes ambientales
Al no estar reconocidos en ninguna parte, dijo Pires, “no hay una convención o un instrumento internacional vinculante que obligue a los Estados a respetar los derechos humanos frente a un desplazamiento ambiental. Cuando no hay un esfuerzo global, se incrementa la violación de los derechos humanos por la invisibilidad de lo que le está pasando a las personas”.
El desafío radica en realizar más estudios que vinculen los efectos del cambio climático a la movilidad humana. Es necesario contar con más evidencia y datos para generar políticas públicas de protección, señaló la experta.
“Los acuerdos bilaterales entre países pueden ser una herramienta específica para poder reconocer y proteger a las personas que migran o se ven obligadas a desplazarse por el cambio climático”, explicó Pires. “No es simplemente aceptar a las personas por razones humanitarias. Es necesario contemplar estrategias y planes para que las personas puedan vivir con dignidad y con respeto a sus derechos humanos después de migrar”, añadió.
En otras palabras, en cuanto a la migración climática no únicamente se deben atender las consecuencias sino también las causas estructurales que la provocan. Y eso implica lo político, lo gubernamental, los marcos internacionales, como también a las grandes empresas multinacionales que son los mayores contaminantes del planeta. “Los desplazados climáticos NO son los mayores emisores de gases de efecto invernadero y eso es injusto”, afirmó Pires.
Por último, la experta se dirigió a las y los periodistas del CAP, indicando que hay un rol muy importante de los medios de comunicación y del periodismo en el ámbito de la movilidad humana. “Es central tener en cuenta la manera como se comunica, ya que puede impactar positiva o negativamente en el respeto a los derechos de las personas migrantes”, finalizó.
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