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Cómo contrarrestar la desinformación electoral

La desinformación que se dispersa por redes sociales durante un proceso de elecciones puede implicar riesgos a la democracia en la medida en que se viraliza. Por eso desde el periodismo, es necesario implementar estrategias efectivas para combatirla.

Redacción CAP

En tiempos electorales es común que desde múltiples plataformas y actores se disperse información sobre partidos políticos, candidaturas, propuestas de gobierno o temas relacionados con el proceso de votación. Sin embargo, no siempre se trata de contenido verídico. A menudo, son medias verdades o afirmaciones falsas que pueden motivar a la ciudadanía a tomar decisiones equivocadas.

Una de las estrategias más efectivas para contrarrestar este fenómeno son los chequeos o verificaciones periodísticas, explicó Laura Zommer, directora general de Chequeado, una organización argentina sin fines de lucro especializada en la lucha contra la desinformación.

Zommer señaló que hay varios tipos de desinformación que constantemente se repiten en los procesos electorales. Por ejemplo, información falsa sobre los documentos que se requieren para ir a votar, indicaciones erróneas para emitir el sufragio en el extranjero, falsas encuestas y declaraciones manipuladas atribuidas a candidatos o candidatas.

Esta desinformación encuentra un terreno fértil para viralizarse cuando la autoridad electoral o los partidos políticos omiten su función de facilitar información verídica a la población.

“En general, cada vez que hay un vacío informativo es porque las autoridades electorales o el gobierno no compartieron la información o tienen esos datos publicados pero en un documento al que no es fácil acceder”, dijo la especialista a las y los periodistas que participan en el CAP sobre Democracia y Elecciones.

Ilustración: Caroline Amenábar

¿Qué podemos hacer?

Hay estrategias que desde el periodismo se pueden implementar en cada una de las etapas del proceso electoral. Un primer paso, dijo Zommer, es monitorear previamente qué contenidos circulan en las redes sociales y cuáles son las discusiones o debates relacionados a la campaña, para poder publicar información verídica al respecto.

“Hay que identificar los puntos flacos vinculados con el proceso electoral para prepararse. Por ejemplo, si un país cambió la forma de votación a una modalidad electrónica, esto dará lugar a que surja desinformación. Podemos entonces preparar materiales relacionados con la nueva forma de votar”, explicó.

Otra estrategia es evaluar la “viralidad” y el potencial daño que puede causar una desinformación específica, para decidir si es necesario intervenir con una verificación periodística o no.

“En temas electorales, por ejemplo, puede existir una desinformación que haga que las personas marquen en la boleta de votación a un partido distinto al que ellas desean votar. Eso puede considerarse una interferencia en la democracia, entonces sí es necesario intervenir”, aseveró.

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Además es necesario pensar cuál es la mejor forma para atacar la desinformación. Muchas veces basta con publicar notas periodísticas de verificación o explicaciones. En estas últimas, no es necesario mencionar directamente la afirmación falsa que se viralizó, ya que esto podría aumentar su impacto, pero sí dar una explicación general del tema para prevenir que las audiencias sean engañadas.

“Si se trata de un asunto que se dispersó un día y rápido se apagó, quizá no es necesario desmentirlo varios días después porque ya no está circulando. Ahí podemos realizar una nota explicativa en vez de una verificación”, dijo Zommer.

Por último, hay una estrategia llamada prebunking, que consiste en prevenir la desinformación en vez de tener que reaccionar a ella.

“Es necesario identificar algunos temas sobre los que probablemente habrá desinformación. Para ello podemos ver qué está buscando la gente en Google. Si vemos que se está buscando algo con insistencia y no hay información oficial o de un medio fidedigno que responda esas preguntas, es conveniente que generemos esa información”, sugirió la experta.

Presentación “Cobertura electoral: chequeo y verificación” de Laura Zommer en Ciclos CAP.

Estar alertas para actuar

Los peligros que genera la información falsa o inexacta pueden tener distintos niveles de gravedad. Esto depende, en principio, del grado de “viralidad” y en qué espacios o plataformas se difundió la desinformación. Es importante establecer si los contenidos se transmitieron a través de las redes sociales, aplicaciones de mensajería o de boca a boca.

“Debemos examinar qué riesgo hay si las personas creen en esa desinformación. Si ésta puede generar un efecto nocivo para el proceso electoral es bueno pensar en hacer algo. También es bueno ver por dónde se dispersó. Si ya está presente en más de una red social, probablemente vaya a seguir expandiéndose a otras y tenemos que actuar”, explicó Zommer.

Ilustración: Portalcheck

Para minimizar el daño, debemos pensar en qué contenido hace falta para desmentir esas falsedades o medias verdades. “Es necesario aquí evaluar la factibilidad y preguntarse qué contenido necesito para desmentir la desinformación y si es factible hacerlo”, sostuvo.

En caso sea factible hacer un chequeo, hay qué pensar en los canales que vamos a utilizar. “Si una información fue viral en un reto de Tik Tok, por ejemplo, quizá no sea lo más estratégico hacer el chequeo desde el sitio web de un medio, sino en la misma plataforma. Y si el medio no tiene una cuenta en esa red social, quizá es conveniente hacer una alianza con otro que sí la tenga”, propuso la especialista.

Desmentir desde el inicio

Cuando una desinformación es muy viral, lo primero que hay que hacer al momento de lanzar un chequeo es explicar con claridad, desde el título de la nota, que se trata de una falsedad. Esto es importante porque las audiencias muchas veces no llegan a leer toda la publicación.

“Si alguien está deslizando la pantalla y de repente aparece un contenido que desmiente una falsedad, pero a una simple vista no le queda claro que es falso, puede pensar que el medio está validando esa desinformación. Por eso es muy necesario clasificarla como falsa desde el título”, dijo Zommer.

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Otra recomendación para ganar la confianza de las audiencias es ser transparentes con la evidencia que tenemos para calificar algo de verdadero o falso y también aclarar qué datos nos hacen faltan para poder hacer una clasificación contundente. Esto ayudará a que la verificación tenga más credibilidad que el contenido falso.

Por último, la directora de Chequeado recomendó a las y los periodistas ser empáticos al momento de hacer una verificación y no presentar a quienes creyeron la desinformación como ignorantes.  

“Nosotros deberíamos tratar de generar incentivos para que la gente corrija. Si compartió algo que era falso en un grupo de WhatsApp y después vio la desmentida, el mundo ideal sería que la misma persona lo corrija explicando que compartió algo falso. Pero muy probablemente no se corregirá si el tono de la nota la hace ver como alguien ignorante”, concluyó Zommer.

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