Ilustración: Vicky Leta / Business Insider

La polarización política y las redes sociales

En América Latina hay sociedades cuya generación más joven solo ha conocido la polarización política y social como forma de relacionamiento político. Centroamérica enfrenta ese fenómeno en medio de la consolidación de figuras autoritarias en la región.

Redacción CAP

Desde las ciencias sociales se concibe la polarización política como un “alineamiento extremo de posiciones contrapuestas en función de una identificación ideológica o partidaria” (Mason, 2015), un fenómeno que con diferentes matices se manifiesta a nivel global, tanto entre minorías movilizadas como entre grupos más amplios de la sociedad.

Para el sociólogo y periodista, Marco Tegurri, expositor en la octava sesión de Ciclo de Actualización para Periodistas (CAP) sobre Democracia y Autoritarismo en Centroamérica, este fenómeno puede ser percibido desde dos miradas: una negativa “bajo la premisa de que las formas de la democracia deberían apuntar hacia la concordia, el acuerdo o hacia el centro político”, por lo que la polarización obstaculiza este objetivo. Y otra que reconoce que en la mayoría de las sociedades lo que prevalece es el conflicto más que el consenso, lo que “plantea que (la polarización) puede ser inevitable desde el momento en que se quiere una transformación del sistema económico o social que domina un país”.

Paraisópolis, una favela en São Paulo, junto a sus adinerados vecinos en Morumbí. Foto: Tuca Vieira/The Guardian

La dimensión social y política de la polarización

Para Teruggi la polarización social, económica y étnica ha estado presente desde la creación de los Estados-nación en América Latina y es parte de la herencia colonial. Aunque el fenómeno se agudizó con el surgimiento de las redes sociales y con el crecimiento de la desigualdad, la polarización no ha dejado de estar presente en nuestros países.

“Hay una polarización que va más allá de lo político. La que deriva del orden social, material, la que provoca la desigualdad que es incluso constitutiva de los estados-nación de América Latina”, señaló Teruggi.

En la región, además, dijo el sociólogo, la polarización política se ha acrecentado luego del fin del consenso neoliberal de la década de los años 90 que predominaba tanto en países de gobiernos de centro izquierda como de centro derecha, apuntó.

Para Teruggi, el clima de polarización se ha reactivado en los últimos 25 años, por lo que  “en América Latina hay sociedades cuya generación más joven solo ha conocido la polarización política y social como forma de relacionamiento político”, aseveró.

Este fenómeno ha coincidido en la región con un clima creciente de insatisfacción con la democracia. Así, la polarización política ha conducido a diversas formas de golpe de Estado como respuesta a las crisis políticas.

El entonces presidente Pedro Castillo de Perú fue detenido después de que el Congreso de su país lo destituyera por anunciar horas antes que disolvería la Cámara e instauraría un gobierno de excepción. Foto: Luis Iparraguirre/AFP

De acuerdo con Teruggi, hay al menos tres modelos de golpes de Estado que se han dado en Latinoamérica favorecidos por un panorama de polarización política:

1. Los parlamentarios, impulsados desde congresos nacionales frente a gobiernos debilitados.

2. Golpes combinados, que involucran a fuerzas policiales, militares, judiciales y de grupos económicos; a menudo bajo la excusa de la “defensa de la democracia”.

3. Los postelectorales, en donde tras un resultado adverso para un grupo en el poder, se trata de desconocer la decisión tomada en las urnas por la ciudadanía.

Presentación de Marco Teruggi, “Desinformación y polarización: riesgos para la democracia” en Ciclos CAP.

Polarización política y redes sociales

La polarización política y social, presente desde conversaciones familiares hasta manifestaciones públicas, ha tenido cada vez más presencia en el formato digital de las redes sociales. Una situación que obedece a la lógica de rentabilidad de las plataformas digitales.

«El centro vende poco, la conciliación vende poco, la tregua política vende poco, por lo tanto, en la polarización mediática hay estrategias comunicacionales pero también hay un predominio del rating mediático muy claro, y eso hace que se vaya yendo hacia una radicalización mayor”, destacó Teruggi.

Una situación que el especialista denomina “la lógica de las trincheras”, en donde muchos medios tienden a una radicalización mayor de los contenidos para satisfacer a sus audiencias.

Ilustración: University of Amsterdam

En ese marco, las redes sociales “son un espacio de amplificación y potenciación de la polarización que no se conocía antes de su existencia», comentó el sociólogo y enumeró algunos de sus impactos:

  1. Como estrategia política se utilizan para estigmatizar a un rival y provocar su marginación.
  1. Al estar las propias audiencias radicalizadas, los medios tienden a alimentar esta situación para beneficiarse de “la atención” y aumentar su raiting.
  1. El odio y la indignación que producen las “noticias falsas”, generan un rédito económico  para las plataformas porque contribuyen a concentrar la atención del público y esto hace que no se ejerza mayor control.
  1. Las redes se han convertido en un campo fértil para la creación de granjas de trolls, netcenters y cuentas anónimas que se utilizan para ampliar mediáticamente una consigna, un mensaje o una campaña de desinformación. 
  1. Al convivir en un ámbito que premia los mensajes más radicales, se produce una retroalimentación en donde a un ataque le sucede una respuesta que amplifica su alcance.
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