Ilustración: Lifehacker
Las narrativas de odio y exclusión
Las milicias digitales existen y se utilizan para diseminar campañas de odio que, en algunos países, provienen de las mismas oficinas de gobierno. No es una cosa totalmente nueva, pero con las redes sociales tienen mayor alcance y más agresividad.
Redacción CAP
Los discursos de odio son todas las formas de expresión que propagan, incitan, promueven y justifican el odio, la discriminación y la violencia hacia grupos, sectores y pueblos, explicó la periodista brasileña Patrícia Campos Mello para iniciar la octava sesión de trabajo del Ciclo de Actualización para Periodistas (CAP) sobre Democracia, Desinformación y Libertad de Expresión.
Estas narrativas se basan en estereotipos y fomentan los prejuicios y la discriminación. También exaltan de forma exagerada las diferencias y manipulan hechos concretos para generar odio y animadversión contra determinados grupos o personas. Al exacerbar las diferencias se crea una dinámica de rechazo y hostilidad que, a su vez, fomenta la polarización y la intolerancia.
Las redes sociales y las plataformas digitales se están utilizando en la actualidad como herramientas para difundir ataques, mensajes agresivos y campañas de descrédito y difamación, explicó Campos Mello a las y los periodistas participantes en el CAP. Este contenido agresivo que se reproduce en las redes sociales puede impactar en la vida real, advirtió. “Los ataques pueden traspasar lo digital y tener consecuencias que afecten física, sicológica o socialmente a las personas y sus familias”.
Los grupos de poder económico o político que promueven el autoritarismo y abogan por limitar los derechos y libertades ciudadanas utilizan como estrategia el acoso digital. El efecto multiplicador que tienen las redes sociales contribuye a que mensajes con contenido agresivo se difundan y viralicen, apuntó.
Estos contenidos xenófobos, racistas o discriminatorios son capaces de alentar a otras personas a sumarse a los ataques, aunque solamente sea difundiéndolos. Por ejemplo, el miedo a perder su empleo puede ser motivo suficiente para que alguien comparta mensajes en contra de las personas migrantes, partiendo de información engañosa que sostiene que el desempleo es causado por un alza en la migración.
La contaminación del discurso público
Las campañas de desprestigio contra líderes sociales, periodistas, jueces y fiscales independientes y políticos de oposición son una estrategia común que utilizan los gobiernos de corte autoritario para evitar rendir cuentas, evadir la auditoría social y debilitar el periodismo crítico y de investigación. Esta práctica requiere ejércitos de troles y cuentas automatizadas que contaminan el discurso público y difunden calumnias y desinformación, explicó la periodista Campos Mello.
“Los líderes políticos autoritarios quieren llegar directamente al público sin la intermediación y la crítica de la prensa profesional y por eso su estrategia es la de atacar al mensajero”, sostuvo.
Imagen: Exit.al
“No se trata de una estrategia novedosa, pero con las herramientas que provee la Big Data y el microtargeting es posible concentrar este tipo de mensajes para atacar instituciones como la prensa, al poder judicial o cualquier otro contrapeso”, afirmó.
Para ampliar la explicación sobre cómo se descalifica a periodistas y medios independientes, Patrícia Campos -quien también es investigadora asociada de la Universidad de Columbia- se refirió a cómo en algunos países se ha utilizado “una máquina de asesinato de reputación”, que consiste en la diseminación de narrativas de odio que promueven personas reales que creen o apoyan a gobiernos de turno. “Estas personas diseminan esta narrativa de forma voluntaria, porque creen en esto, pero a la vez se utilizan cuentas falsas y bots que hacen que un contenido se vuelva viral”, anotó.
Las personas que difunden mensajes y contenidos de odio en las redes, a las que popularmente se conoce como “haters”, utilizan lenguaje agresivo y buscan llamar la atención sobre “reivindicaciones” que no admiten cuestionamientos. Su objetivo principal es generar polarización. Los “haters” manejan muchas veces contenido falso para justificar sus mensajes discriminatorios y agresivos y con esto logran que se amplifiquen.
La periodista e investigadora se refirió también a las estrategias que se utilizan en diferentes países durante las campañas electorales que consisten en identificar el perfil de posibles votantes, que desconocen que son objeto de análisis, para enviarles mensajes que incidan en su decisión.
Misoginia en las redes
De acuerdo con Campos Mello es notoria la agresividad en contra de mujeres o personas de la diversidad sexual y también contra comunidades indígenas y afro. “En las redes se puede ver una especie de lenguaje mucho más agresivo con estos pueblos y sectores”, señaló.
El racismo, la intolerancia religiosa, el sectarismo y la homofobia se cruzan con la misoginia para producir impactos más profundos, dijo. “Ser mujer en las redes sociales implica estar más expuesta a ser juzgada y atacada”.
Las respuestas a las publicaciones digitales hechas por mujeres reciben frecuentemente alusiones a la apariencia física, comentarios machistas y mensajes con alto contenido sexual, explicó la Campos Mello quien también ha sido víctima de ataques a través de las redes sociales.
“Las experiencias de mujeres y hombres en la red son muy diferentes”, sostuvo. El mismo mensaje, dependiendo de quien lo emita, puede tener respuestas muy distintas. Por ejemplo si una publicación hecha por una mujer adquiere cierta relevancia, son frecuentes las referencias a su físico o su vida personal, enfatizó.
“Hay 13 veces más ataques contra mujeres periodistas que contra hombres” señaló, haciendo referencia a un reciente informe de la organización Reporteros Sin Fronteras.
Rechazar estos ataques, denunciarlos y no difundir narrativas excluyentes debe ser parte de las estrategias que tenemos que empezar a utilizar, concluyó.