Imagen: Prensa Comunitaria

La resistencia guatemalteca y la solidaridad exterior

La comunidad internacional jugó un papel importante en la defensa de la democracia guatemalteca. Sin embargo, fueron los Pueblos Indígenas -liderados por las autoridades ancestrales- quienes obligaron a que se respetara la voluntad ciudadana expresada en las urnas.

Redacción CAP

Para Stephen McFarland, diplomático retirado de los Estados Unidos y exembajador en Guatemala de ese país, un conjunto de factores fueron determinantes para echar por tierra el intento de golpe de Estado que se dio en Guatemala tras el proceso electoral del 2023, que buscaba evitar la toma de posesión del entonces binomio electo del partido Movimiento Semilla.

Fue el Paro Nacional liderado por las autoridades ancestrales de los Pueblos Indígenas  lo que permitió que hoy Bernardo Arévalo sea el presidente, dijo McFarland al iniciar su presentación en la doceava y última sesión del Ciclo de Actualización para Periodistas (CAP) sobre Democracia en Guatemala.

“La comunidad internacional ha jugado un papel importante en la defensa de la democracia en Guatemala, pero su interés y capacidad fluctúan. Entonces puede ser un aliado importante pero no debería ser el eje central de una estrategia democrática en ningún país”, señaló.

Para el diplomático estadounidense “la fuerza de la comunidad internacional está ligada al interés de los sectores internos de un país que buscan la democracia y la transparencia”.

En su análisis sobre lo ocurrido tras la sorpresiva victoria del binomio Arévalo-Herrera que se catapultó al segundo lugar en la primera vuelta electoral, McFarland destacó cómo los errores que cometió el “Pacto”, también contribuyeron a que esto sucediera.

“Hace un año y medio yo pensaba que la elección la iba a ganar el Pacto de Corruptos. Otro presidente pero con los mismos resultados y la misma represión. El gobierno de Alejandro Giammattei era autoritario pero tenían que realizar elecciones”, dijo. Sin embargo, ‘el poder absoluto que corrompe absolutamente’ les hizo tomar decisiones erradas, añadió.

Thelma Cabrera, Roberto Arzú y Carlos Pineda no pudieron competir por la presidencia de Guatemala porque sus candidaturas fueron rechazadas por el Tribunal Supremo Electoral. Fotos: Nelton Rivera (Prensa Comunitaria), Prensa Libre y TN23.

Un primer error fue pensar que sacando de la contienda a los candidatos opositores pero con posibilidades de ganar, se podría imponer a Manuel Conde como candidato ganador, manifestó McFarland.

Una segunda equivocación fue lograr que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) sacara de forma “bastante burda” a los candidatos con opciones de ganar y esto impactó grandemente en el electorado. Un tercer fallo, añadió, fue impulsar una campaña “anti-Semilla” que fue bastante contraproducente.

Y finalmente, un error muy grande fue la actitud prepotente de Alejandro Giammattei en contra de los líderes indígenas desde el inicio de su mandato. “El habría podido tener una relación respetuosa pero por su mismo carácter no le era posible, entonces él los trató mal y ellos se acordaron”, indicó.

Uno de los grandes casos de corrupción en Guatemala fue la construcción del Libramiento de Chimaltenango, una “mega obra” de 528.6 millones de quetzales que constantemente sufre derrumbes e inundaciones. Directivos de las empresas constructoras aceptaron haber cometido fraude para ser beneficiados con este contrato millonario. Foto: Emy Sánchez (Prensa Libre).

Para Stephen McFarland un sistema basado totalmente en la corrupción, como en Guatemala, produjo cada vez más corrupción y menos obras. “Entonces el mismo éxito del sistema de la corrupción planteó una semilla para el fracaso y volvió una opción opciones más transparentes”, explicó. 

Según el embajador, en el pasado proceso electoral se rompió la disyuntiva entre izquierda y derecha. “Los temas en la elección no eran de la ideología. Las preguntas que se plantearon fueron: ¿Robás o prometes no robar?, ¿Sabés hacer algo o no sabés hacer nada?, ¿Vas a hacer algo nuevo o vas a hacer más de lo mismo?”, manifestó.

Observadores electorales dan a conocer los resultados de su informe sobre las elecciones generales 2023 en Guatemala. Foto: OEA.

El papel de la comunidad internacional

Los procesos de observación electoral, los dos internacionales -el de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el de la Unión Europea (UE)- y uno de Guatemala fueron muy importantes, dijo McFarland.

“Hay que destacar el que la OEA y la UE hayan invertido y planificado con tiempo esos procesos (…) y que en un momento crucial, cuando salieron los resultados inesperados con el resultado para Movimiento Semilla en la primera vuelta, pudieran decir ‘aquí ganaron bien, no hubo fraude’”, continuó.

El que haya habido veeduría internacional permitió que la comunidad internacional -tanto los organismos multilaterales como los gobiernos- tuvieran la visión de que la elección fue justa y que cualquier intento de anular las elecciones no fuera aceptada, añadió el expositor.

Pero en su análisis, McFarland destacó como “trascendental” la reacción de la sociedad civil guatemalteca: “fue la (reacción) de la sociedad civil, primordialmente la de los Pueblos Indígenas liderados por sus líderes ancestrales, la que tomó por sorpresa al gobierno de Guatemala pero también a la comunidad internacional. Esto fue lo que cambió la situación y estoy convencido que eso sí impactó en la decisión de los Estados Unidos de imponer sanciones”.

En el lugar conocido como Cuatro Caminos, miles de pobladores del departamento de Totonicapán, liderados por las autoridades de los 48 Cantones, cerraron el paso en protesta por la intención del Ministerio Público de anular los resultados electorales de 2023. Foto: Prensa Comunitaria

“Las acciones de los indígenas le dieron la confianza a los Estados Unidos y a la Unión Europea de que la consecuencia de intentar anular la toma de posesión de Arévalo no solamente sería el fin de la democracia sino que podría ser el comienzo de una ola de violencia política masiva. Entonces les dio razón para tratar de frenar ese intento de golpe”, sostuvo.

“Para algunos la presión de la comunidad internacional pudo haber sido más aparatosa. Y sí fue muy, pero muy importante. Pero yo pienso sinceramente que la decisión clave, aún más importante de este proceso electoral, fue la decisión de los líderes ancestrales de levantarse e ir a las protestas. Eso animó a la comunidad internacional y la combinación de eso más las sanciones hicieron posible que cayera por ahora, el intento de golpe”, enfatizó.

La fiscal general de Guatemala, María Consuelo Porras Argueta, calificada como actora antidemocrática por más de 40 países, continúa promoviendo la persecución penal en contra del presidente Bernardo Arévalo y la vicepresidenta Karin Herrera. Foto: Edwin Bercián / AFP.

El peligro continúa

En el cierre de su presentación, el embajador McFarland hizo un llamado a la comunidad internacional a permanecer atenta a lo que sucede en Guatemala. 

“Fracasó un intento de golpe pero hay otros. Estas elecciones se destacaron por no ser solo un cambio de gobierno, sino un intento de cambiar a un régimen y ese régimen, el Pacto de Corruptos, sigue obstaculizando al gobierno y tiene el propósito de sacar a Arévalo y Herrera antes de mediados del 2026 para que no puedan escoger de la lista de los seis al siguiente Fiscal General”, advirtió.

Por eso, resaltó la necesidad de tener un consenso fuerte dentro del país -de todos los sectores, urbanos rurales, indígenas ladinos, de distintas clases- para proteger la democracia.

“En ese aspecto, el papel de los periodistas es muy importante porque tanto las instituciones multilaterales como las embajadas dependen muchísimo del periodismo local e investigativo, por eso es que Chepe Zamora está en la cárcel y que otros periodistas hayan tenido que salir del país, entonces su trabajo es fundamental”, finalizó.

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