Migración en Centroamérica: marcos jurídicos y políticos
La política migratoria es un zigzag de un sistema roto, tanto en EEUU como en los países del norte de Centroamérica. A pesar de que el enfoque de demócratas y republicanos no es el mismo, ambas visiones han sido deficientes a lo largo de los últimos 30 años. Y hoy, cuando miles de centroamericanos huyen de Estados fallidos, se hacen más evidentes estas grietas.
Redacción CAP
El sistema migratorio de los EEUU está roto. Durante más de 30 años, las leyes, los acuerdos políticos y la institucionalidad relacionada con la movilidad humana han sido muy contradictorios. Se da un enfrentamiento constante entre un enfoque de Seguridad Nacional versus la perspectiva de respeto a los Derechos Humanos. Y, en este contexto, la mayoría de políticas públicas y programas para contener la migración no se enfocan en abordar las causas estructurales que la originan.
“No existe y no ha existido en ese país una intención de hacer bien las cosas. Y es consecuencia de que, para los políticos de EEUU, el tema migratorio es una herramienta estratégica para ganar o perder elecciones”, dijo Pedro Pablo Solares, abogado y experto en marcos jurídicos migratorios, durante la antepenúltima jornada de capacitación de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP) 2020-2021.
Para Solares, un Sistema Migratorio estable debe tener equilibrios entre el bienestar de las personas en tránsito y el manejo en la protección de las personas migrantes que ya están en territorio norteamericano. “No existe en la actualidad una vía clara para las personas que ya viven en EEUU. Y hay un manejo inadecuado con los migrantes que llegan cada día. En el corto, mediano y largo plazo no se ve una luz para que demócratas y republicanos lleguen a un acuerdo sobre el tema migratorio”, indicó Solares.
Un Sistema Migratorio necesita, además, de una política internacional bien definida, con leyes y convenios que tomen en cuenta la integridad de las personas que se mueven de una región a otra. Pero, como explicó Solares, al hacer un análisis de lo que ocurre en EE UU: “Existe una dicotomía entre el derecho de migrar cuando la vida de una persona corre peligro en sus países de origen, frente a quienes plantean que esto es solamente un tema de Seguridad Nacional. Esta última visión obvia el aporte que las personas migrantes dan a los países a donde llegan. Hay un valor humano y una contribución de las y los migrantes a las sociedades donde participan”, indicó.
“El drama humano como consecuencia de las migraciones cada año es más grave. La pérdida de vidas en el camino, la separación de las familias, las deportaciones masivas, los crímenes y las masacres, las propiedades e inmuebles que se pierden y las deudas que se adquieren para financiar el viaje -que siguen ahí aunque las personas vuelvan como deportadas- son parte de este drama que se vuelve insostenible”, dijo la doctora Ursula Roldán, directora del Instituto de Investigaciones y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, para iniciar la sesión número dieciocho de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP).
A partir del 2017 se intensificaron los retornos de migrantes hacia Guatemala, Honduras y El Salvador, principalmente por los tiempos políticos de EE UU y como consecuencia directa del gobierno de Donald Trump y sus políticas anti-migratorias. En 2020, aún en pandemia, fueron retornadas a Centroamérica 93 mil 147 personas.
Los flujos migratorios, debido a las fronteras cerradas para evitar la propagación de contagios de la COVID-19, disminuyeron considerablemente el año pasado, señaló la especialista. No obstante, dijo, “las causas estructurales de las migraciones de Centroamérica no han cambiado en absoluto, a pesar de la pandemia”.
Décadas ambivalentes
No obstante, el desorden sobre cómo EEUU maneja el tema migratorio tiene sus orígenes en los años 90. Y a lo largo de estas tres décadas, ha sido un camino en zig-zag, entre gobiernos demócratas y republicanos, que se han alternado en el poder y cambiado de enfoque durante los diversos periodos presidenciales (de 4 a 8 años, dependiendo de las reelecciones).
Sobre esto, Solares indicó: “El parteaguas en el tema migratorio en EEUU se da con el gobierno de Bill Clinton. El quiso dar una imagen de que no era un presidente “débil” ante la situación migratoria y ahí inició lo que ahora se conoce como ‘cacería de migrantes’ en Estados Unidos”.
En 1980 se dio una reforma migratoria que incorpora a los migrantes en EEUU que vivían en condición irregular, explicó el experto. En 1996 el presidente demócrata Clinton fortaleció, a través de una ley, la persecución de migrantes. “Le dio al Estado la capacidad de buscar, detener y deportar migrantes”, dijo Solares. Años más tarde, el presidente republicano George Bush Jr. creó el Departamento de Seguridad Nacional y el tan criticado ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas), continuó.
En 2014, el presidente demócrata Barack Obama impulsó una dualidad de propuestas. Solares lo explicó así: “Por un lado, impulsó el programa DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals) con el que se apoyó a los jóvenes que nacieron en EEUU. Y por otra parte, creó un programa para trasladar fuerzas militares a las fronteras con México para evitar que los migrantes ingresaran a los EEUU. Esto tuvo como resultado inmediato la disminución de las deportaciones y detenciones -en territorio estadounidense-, pero incrementó las deportaciones y detenciones desde México”, enfatizó.
Con el cambio de gobiernos demócratas y republicanos, las contradicciones del Sistema Migratorio estadounidense se han hecho más que evidentes. Con Donald Trump, desde 2015, como indicó Solares, se incorporó a la política migratoria el uso de adjetivos peyorativos en contra de las personas migrantes y de sus países de origen. Trump “utilizó órdenes ejecutivas para lograr acelerar las deportaciones desde los EEUU e impulsó lo que se conoció como la Tolerancia Cero”.
En 2020, EEUU regresó a un gobierno demócrata. Joe Biden, en apenas tres meses, ha derogado algunas de las órdenes ejecutivas del gobierno de Trump y entre los puntos de partida de su administración se ha anunciado una nueva reforma migratoria, de la cual aún no se conoce demasiado.
Solares dijo: “Estamos viviendo una época en que la economía estadounidense necesita mano de obra pero el sistema de EEUU no tiene una forma en que se incorpore a las personas que brindan esta mano de obra. Los enfoques migratorios se han vuelto cada vez más importantes dentro de las administraciones estadounidenses”, advirtió.
Imagen: Archivo
Las debilidades de los países de origen
Sin embargo, no solamente en EEUU los marcos migratorios han sido deficientes. En los países centroamericanos no solo son nulos y débiles, sino que además los Sistemas Migratorios están configurados por la desigualdad, la falta de certeza jurídica, la corrupción, el racismo y las democracias debilitadas. Los países de origen son casi Estados fallidos que expulsan a sus ciudadanas y ciudadanos.
“Lo que estamos viviendo en los países centroamericanos es un drama humano sin parangón. Y los países no tienen siquiera un plan en conjunto para atender el éxodo desde Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Es indispensable tener una posición común frente a la pugna que existe al interior de los EEUU en el tema de migración”, enfatizó Solares.
La idea de migrar no es nada nuevo, y está instalada en los países centroamericanos desde hace décadas. En principio, como Solares explicó, las causas estaban relacionadas a los contextos violentos de Centroamérica y los conflictos armados de los años 80.
Luego, la migración se dio por factores económicos, la denominada “búsqueda del sueño americano”, a lo largo de los 90. Pero con el paso de los años, el fenómeno migratorio se fue exacerbando por la falta de oportunidades, el desempleo, la violencia homicida y las extorsiones, que se sumaron a los problemas históricos y estructurales de los países del norte de Centroamérica. “Hay comunidades centroamericanas en donde se piensa en la migración como un método de sobrevivencia familiar y comunitaria. Los Estados centroamericanos van 40 años tarde en la atención al fenómeno migratorio, que es la única opción que tienen las familias para continuar sobreviviendo”, señaló el experto.
Y “vemos deficiencias en el deber de los Estados del norte de Centroamérica de garantizar el bienestar para sus pueblos. Esa es una de las causas fundamentales de la migración irregular”, explicó Solares a las y los periodistas participantes en el CAP.
Por si fuera poco, en los marcos jurídicos centroamericanos, los migrantes apenas son mencionados. El término no existe en las constituciones de Honduras, El Salvador y Guatemala. “Los Estados no previeron el fenómeno en sus leyes, no tomaron en consideración la necesidad de diseñar marcos legales donde se incluyera a los migrantes y sus derechos”, indicó Solares, al mencionar que, en la teoría política, el Estado está organizado para garantizar el bienestar de todas las personas. Y sin embargo, pareciera que “los migrantes no existen”, dijo.
El fenómeno migratorio es algo que no es posible resolver de un día para otro. Para Solares, las soluciones son distantes en tanto los países involucrados no analicen las leyes que defiendan los derechos fundamentales de las personas migrantes y las incluyan en sus marcos jurídicos. “La migración es multicausal. No tiene solamente una explicación. Es un fenómeno en desarrollo, y es necesario buscar respuestas para una problemática que sucede desde hace 40 años”, explicó Solares al finalizar la sesión.
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