La gestión de una pandemia

“Sobrevivir a la pandemia. De eso se trata todo”, sentenció el doctor Miguel Fernández Galeano, experto de la Organización Mundial de la Salud, al iniciar la segunda sesión de trabajo del Ciclo de Actualización para Periodistas (CAP) sobre el tema “COVID-19: la gestión de una crisis sanitaria”.

Redacción CAP

¿Cómo enfrenta un país una emergencia sanitaria? ¿Qué se debe hacer? ¿Qué hay que priorizar? ¿Cómo debe ser la comunicación con la gente? ¿De qué manera podemos cuidarnos entre todos? ¿Qué responsabilidades tienen las autoridades? ¿Qué estrategias hay que implementar para que la respuesta sea integral? Estas son algunas de las preguntas que con la llegada de la COVID-19 los gobiernos del mundo tuvieron que plantearse para intentar responder con efectividad.

Entre cifras y comparaciones sobre cómo han enfrentado los países de Latinoamérica el coronavirus, este médico uruguayo especialista en Sistemas y Servicios de Salud, esbozó una serie de acciones clave que los Estados debieron y deben implementar ante la pandemia. Habló de consensos sociales, de vigilancia epidemiológica activa y de rastreo de los contagios, pero sobre todo, se refirió a cómo los gobiernos son responsables de lo que pase o deje de suceder con sus poblaciones durante una crisis sanitaria.

Fernández Galeano recordó que el 29 de junio de 2020, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo, refiriéndose a la Covid-19, que: “Lo peor está por venir” y que el 27 de julio fue un poco más lejos cuando afirmó que “se está muy lejos de encontrar una salida”. Lo que nos dice la autoridad mundial de la salud con estas afirmaciones, nos da una idea de la magnitud de la crisis a la que nos enfrentamos, dijo el conferencista a los 31 periodistas centroamericanos que participan en este proceso de formación.

Tomar decisiones efectivas es importante, indicó, ya que los panoramas que presenta esta pandemia suelen ser impredecibles, en cuanto disminuyen los contagios hay repuntes inesperados y entonces la gestión se torna complicada. “Se crean tensiones democráticas entre los que quieren sostener las medidas de prevención y los que necesitan reactivar las actividades económicas”, señaló. Por eso se requiere de un consenso social para que funcione lo personal con lo institucional, lo público y lo privado, enfatizó. 

A lo largo de la charla, Fernández recalcó varias veces la premisa de que la conducción sanitaria es importante y que se debe acompañar la ciencia con la gobernabilidad. Además habló de varios temas que se consideran clave a la hora de enfrentar una pandemia.

Clave 1: La Protección Social

Ante cada oleada de contagios, los sectores más vulnerables son los que corren los riesgos mayores. No únicamente ante la posibilidad de enfermarse, sino de perder la base de su economía por las medidas de aislamiento, y sin trabajo, lo que sigue es el colapso de los núcleos familiares. 

Por ello, parte de las capacidades de un Estado para actuar radica en cómo brinda las herramientas sociales y económicas para que los más empobrecidos sobrevivan a la pandemia. “Ningún gobierno puede pedir a los ciudadanos que resistan la pandemia sin medidas de protección social” afirmó el experto.“No hay control epidémico con desigualdades sociales”, sentenció. Pocas veces ha estado tan claro que “la mejor forma de contener a un virus que nos amenaza a todos es mejorar las condiciones de trabajo y de vida de quienes están peor”, dijo.

Clave 2: El Estado democrático y la vigilancia activa

Los gobiernos no deben dejar la responsabilidad de la pandemia en manos de las y los ciudadanos. “Es importante apelar a la responsabilidad individual de las personas, pero las autoridades sanitarias juegan un papel fundamental. La gestión que hagan de la crisis es lo central”, explicó.

Pero para que existan condiciones de control, también se necesita saber dónde y cómo evoluciona la pandemia. Un país sin datos está ciego. Y la recopilación de datos debe tener un seguimiento estratégico. Saber qué se va a rastrear y dónde. Estudiar cada caso para comprender los riesgos de la población. Y apagar los brotes de la misma forma en que funciona un extintor, que evita que una llama se expanda y se convierta en un gigantesco incendio.

“Rastrear, testear y aislar constituyen los pilares para una vigilancia epidemiológica activa. Sin pruebas suficientes no hay información para la toma correcta de decisiones”, explicó el también exviceministro de Salud Pública del Uruguay.

Clave 3: La comunicación de riesgo

Muchos países padecen de una excesiva cantidad de información y son propensos a difundir datos erróneos, cargados de mala información, que promueven rumores y obstaculizan respuestas efectivas. “Es la creación de confusión y desconfianza. Y es el síntoma más evidente de una mala gestión gubernamental”, señaló Fernández Galeano.

Y muchas veces la información oficial se reduce a un grupo limitado de indicadores, imposibilitando las mediciones de los impactos reales de la pandemia. En estos discursos gubernamentales se acomodan las cifras con el propósito de obtener réditos políticos, buscando la aprobación popular, pero ocultando las carencias del Sistema. Y entonces se produce una falsa percepción, con lo que la población se mantiene indiferente a lo que sucede en torno a la pandemia y se obtiene una sociedad dócil a los mensajes, incluso los autoritarios. Y “la peor medida para atender una pandemia es el autoritarismo, porque la salud pública es inherentemente democrática”, afirmó.

Para Fernández Galeano, una de las intervenciones más importantes y eficaces en la respuesta de los Sistemas de Salud Pública ante una emergencia es la comunicación proactiva. “Es preciso decir lo que se sabe, lo que no y lo que se está haciendo para tener más información”, explicó. No se trata solo de dar conferencias de prensa para informar, dijo, sino “de incorporar estrategias de participación comunitaria para involucrar a las comunidades en la respuesta y asegurarse de que las personas y los grupos tomen medidas de protección”.

¿Salud o economía?

El experto también se refirió a la falsa dicotomía entre la defensa de la vida y la economía y citó un documento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) titulado “Salud y economía: una convergencia necesaria para enfrentar el COVID-19” que establece indicadores económicos y sociales sobre la pandemia. Las cifras no son alentadoras. La CEPAL prevé una caída del PIB de un 9,1%, un crecimiento del desempleo del 8,1% en 2019 y de 13,5% en 2020 y un aumento de 37% de la pobreza, donde cerca de 96 millones de personas pasarán a la extrema pobreza.

La pandemia significa un gran azote para las actividades económicas menos estables, como el comercio informal, el trabajo doméstico, y los sectores campesinos, explicó. Los grupos históricamente excluidos de las protecciones sociales, como los pueblos indígenas, o los afrodescendientes, corren riesgo de incrementar las precarias condiciones socioeconómicas en las que viven.

“Son factores que si son tomados en cuenta facilitarán la guía correcta de las respuestas, incluso a mediano plazo”, dijo Galeano. “Son escenarios donde las autoridades son responsables directas de todo lo que ocurra y cómo”, afirmó.

Pero no todos han sufrido en esta crisis. Están los que siempre ganan, puntualizó Fernández Galeano, citando una publicación de Oxfam -basada en las cifras de la revista Forbes- sobre cómo entre el 18 de marzo y el 12 de julio de 2020, en plena pandemia, creció la riqueza de aquellos que tienen más de 1,000 millones de dólares en América Latina.

La mejor forma de contener a un virus que nos amenaza a todos es mejorar las condiciones de trabajo y de vida de quienes están peor"

Y entonces, ¿cómo seguimos?

En el mundo sólo hay 26 enfermedades transmisibles que disponen de vacuna. En la historia de las vacunas se necesitó en promedio 10 años para que cualquiera de estos tratamientos preventivos alcanzara un relativo éxito y no siempre se consiguió que fuera eficaz y segura en los primeros intentos. 

Y la vacuna, como explicó Fernández Galeano, representa el único camino para volver a algo parecido a una vida anterior. “Se habla de nueva normalidad, cuando lo único que tenemos es una nueva realidad”, reflexionó.

Nunca antes de la COVID-19, la ciencia había funcionado de manera tan rápida, dijo el experto. En los seis meses transcurridos desde que se identificó el nuevo coronavirus en la ciudad china de Wuhan se han desarrollado 150 proyectos de vacuna. Diez de ellos ya se están probando en humanos en EE.UU, China , Alemania, Rusia y Reino Unido.

Mientras se espera la cura, Fernández Galeano dice que las re-aperturas son posibles, pero implican medidas de control estatal que no pueden ser del todo laxas, pero que en sentidos económicos, deben asegurar la vida como una cuestión prioritaria ante la pandemia.

A esta estrategia de apertura se le ha bautizado como “la danza y el martillo”. Bailar con la pandemia, controlarla, para luego acertarle un golpe. Y así sucesivamente. Una estrategia que primero busca aplanar el pico de contagios con medidas duras de distanciamiento social: el martillo. Para luego controlar la evolución según el riesgo: la danza.

El martillo se aplica a través del aislamiento social extremo para aplanar la curva y no saturar los sistemas sanitarios. Y la danza es un periodo en que se mantiene un balance de las medidas para recuperar la normalidad y contener la enfermedad, es decir, una danza entre la economía y el sistema sanitario. Una parte importante de la gestión de una crisis busca un balance entre el impacto de cada medida para disminuir el contagio y su coste social y económico, explicó el facilitador.

Antes de finalizar la segunda capacitación CAP, el doctor Miguel Fernández Galeano hizo énfasis en que de esta crisis global se debe salir con Estados democráticos, gobernanza y búsqueda de consensos. “Parte de esta gobernanza la constituye el acceso universal a la vacuna, un tema sobre el que no se puede ceder”, concluyó.